Tras dedicar los primeros cien días a proyectos de carácter económico, el nuevo Congreso de mayoría republicana va a empezar a ocuparse de temas éticos y sociales que preocupan a buena parte de los votantes. Entre las organizaciones que intentan salir al paso del deterioro social de los últimos tiempos, la llamada Coalición Cristiana ha presentado un «Contrato con la Familia Americana» para complementar el «Contrato con América», que es el núcleo del programa republicano.
En las elecciones legislativas norteamericanas se vio que a los electores les preocupaba no sólo la economía, sino también una creciente patología social manifestada en la violencia, la disgregación familiar y la falta de responsabilidad cívica. Para impulsar a los políticos a ocuparse de estos asuntos, una serie de organizaciones saltaron a la arena política apoyando a candidatos republicanos más próximos a sus ideas. La más importante es la Coalición Cristiana, fundada en 1988 dentro de las filas de los protestantes evangélicos, y que hoy reivindica 1,5 millones de miembros y 1.600 organizaciones presentes en los cincuenta Estados.
Esta organización es la que ha presentado ahora este «Contrato con la Familia», entre cuyos diez puntos figuran las siguientes propuestas: transmitir el control de las escuelas a las autoridades locales y suprimir el Departamento de Educación en el gobierno federal; aprobar una enmienda constitucional en favor de la libertad de rezar en las escuelas públicas; eliminar la financiación del aborto con fondos públicos; suprimir la discriminación fiscal contra las parejas casadas; restringir la pornografía en la televisión por cable; obligar a los delincuentes a indemnizar a sus víctimas; sustituir las subvenciones culturales del gobierno por patrocinio privado… La Coalición no propone proyectos de ley propios, sino que apoya algunos que ya existen e invita a los parlamentarios a presentar el resto.
Quienes no desean ningún cambio en estos asuntos se han apresurado a decir que esta iniciativa es inoportuna porque, al abordar temas conflictivos, puede sembrar la desunión dentro del partido republicano. Un argumento que nadie invocó cuando, apenas instalado Clinton en la Casa Blanca, adoptó decisiones tan polémicas como el levantamiento de las restricciones a la financiación pública del aborto o la admisión de los homosexuales en el Ejército, para contentar a grupos que le habían apoyado.
De todos modos, el joven líder de la Coalición Cristiana, Ralph Reed, ha prometido que su presión sobre los congresistas republicanos será «paciente y constructiva». «No tenemos la intención de hacer a este Congreso lo que los sindicatos, las feministas y los gays hicieron a Clinton cuando llegó al poder», dijo Reed.
En la presentación del «Contrato con la Familia» estuvieron presentes el senador de Tejas Phil Gramm, uno de los aspirantes a la candidatura republicana para la presidencia en 1996, y el presidente de la Cámara de Representantes, Newt Gingrich. Este último prometió que los parlamentarios republicanos presentarían propuestas de ley para hacer realidad el «Contrato con la Familia». Los candidatos republicanos a la presidencia deben contar con estos grupos interesados en revitalizar los valores morales, que representan al menos la cuarta parte del electorado. Pero Ralph Reed ha advertido en alguna entrevista que es mejor que su organización no haga causa común con un solo candidato, para evitar que si éste queda descolgado de la carrera presidencial el movimiento se hunda con él.