Los dirigentes de los testigos de Jehová han declarado que todas las anteriores profecías sobre la fecha del fin del mundo eran especulaciones, más que doctrina establecida. El pronunciamiento se publicó a finales del año pasado en The Watchtower, órgano de la secta. La nueva postura oficial reconoce que Jesucristo estaba en lo cierto cuando afirmó que «nadie sabe el día ni la hora».
Esta decisión supone que los testigos de Jehová abandonan uno de sus principios tradicionales. El propio fundador de la secta, Charles Tazel Russell, anunció que el fin del mundo se produciría el 1 de octubre de 1925. Los posteriores dirigentes de la secta (Russell falleció en 1916) fijaron una nueva fecha: el año 1975. El nuevo incumplimiento de la profecía provocó numerosas defecciones entre los seguidores; sin embargo, los dirigentes lograron convencer a los demás de que, pese a los anteriores errores de cálculo, el fin del mundo era inminente.
Los testigos piensan que el año 1914, con el inicio de la primera guerra mundial, fue el comienzo del fin, y que la consumación llegará cuando ellos terminen de dar a conocer a Jehová y su reino celestial a la humanidad entera. Para los testigos de Jehová, el fin del mundo vendrá precedido de catástrofes apocalípticas.
La anterior creencia de los testigos en la inminencia del fin del mundo hizo que muchos de ellos no considerasen necesario ahorrar dinero, empezar una carrera o hacer planes de jubilación. Pero parece que el nuevo rumbo marcado por los dirigentes de la secta apunta a otra dirección. En los últimos años, según informa Newsweek, la secta ha emprendido numerosas construcciones, entre las que destaca un centro de instrucción en la zona rural del Estado de Nueva York que cuenta con 624 apartamentos, garajes para más de 800 coches y un comedor con capacidad para 1.600 personas.