Son minoría, pero gestionan más de la mitad de las escuelas y servicios sociales
El 1 de julio de 1997 Hong Kong dejará de ser una colonia británica para convertirse en región administrativa especial de China. La futura Constitución prevé que pueda mantener bastante autonomía y que se respete la libertad religiosa. No obstante, para los cristianos el futuro resulta inquietante, en vista de la situación de la China continental.
A mediados de junio, los principales responsables del departamento de Asuntos Religiosos de Pekín viajaron a Hong Kong para tratar sobre la libertad religiosa a partir de 1997. No hubo acuerdos concretos. En principio, la Constitución de Hong Kong garantizará la libertad. Pero si los líderes chinos no cambian de táctica, intentarán dividir a los cristianos. En lo que respecta a la Iglesia católica, no está descartado que traten de someterla al gobierno, introduciendo a la «Iglesia patriótica» en la nueva región.
Si las autoridades chinas desean recortar la influencia de los cristianos en Hong Kong, tendrán que hacer un esfuerzo considerable. Pues -señala Newsweek (10-VI-96)-, aunque son una minoría de los 6 millones de habitantes, gestionan el 50% de los colegios, el 60% de los servicios sociales y una cuarta parte de las clínicas y hospitales. La Iglesia católica, con 250.000 fieles, atiende 113 centros asistenciales y 280 centros de enseñanza confesionales, donde estudian 315.000 alumnos, sólo un 8% católicos.
De hecho, entre los cristianos no hay unanimidad sobre cómo actuar frente a las autoridades de Pekín. «Debo reconocer que los católicos de Hong Kong están profundamente divididos sobre la actitud que hay que adoptar frente al reto de 1997», ha declarado a La Croix J.B. Tsang, sacerdote de la catedral. Por parte de la Iglesia católica, el cardenal John Wu ha enviado a las parroquias unas «Orientaciones pastorales para la transición de 1997», donde recuerda «que ser un buen cristiano también significa ser un buen ciudadano». La jerarquía no se niega a cooperar con el nuevo poder, mientras respete su independencia y sus instituciones.
Uno de los puntos en discusión es si la Iglesia católica debe tener un representante en el Comité político chino de selección que deberá escoger al próximo gobierno de Hong Kong después de 1997. Unos piensan que en cuanto se acepta formar parte de una estructura política con los comunistas chinos, ya no se puede criticar nada y la Iglesia pierde independencia. Por su parte, el Consejo cristiano de Hong Kong, que reúne a varias Iglesias, ha decidido participar en el Comité. Mientras el Consejo celebraba la reunión donde aprobó esta decisión, otras organizaciones cristianas, entre ellas la Comisión católica Justicia y Paz, hacían una sentada en protesta contra lo que consideran una pérdida de la autonomía de las Iglesias.
Al igual que otros habitantes de Hong Kong, no pocos católicos se están marchando sin esperar a ver qué pasará. La tasa de emigración casi duplica la media general de los últimos años. La disminución de católicos se compensa en parte con los nuevos bautizos -unos 4.500 anuales- de niños y, sobre todo, de conversos.