En las últimas décadas más mujeres trabajan, dirigen empresas y crean nuevos empleos. En Estados Unidos, la idea de que la mujer se ha visto obligada a trabajar fuera de casa para completar el salario del marido ya no puede generalizarse, pues han proliferado las familias acomodadas donde ambos cónyuges trabajan, según revela una investigación de la Universidad de Houston.
Chinhui Juhn, economista de la Universidad de Houston, ha examinado la evolución de la tasa de empleo femenino en relación con el salario del marido. En los años 60, la posibilidad de que una mujer trabajase fuera del hogar era inversamente proporcional a los ingresos del marido: a marido rico, mujeres sin empleo remunerado. En 1989 ya no era así. Desde entonces las tasas más altas de empleo femenino corresponden a mujeres de maridos con ingresos medios, y las más bajas a las de maridos con los salarios más cortos. Además, señala la revista The Economist (8-VI-96), en el periodo 1969-1989, la tasa de empleo femenino ha aumentado especialmente -del 30% a casi el 60%- entre las mujeres de los maridos más pudientes. De este modo, se matiza la tesis según la cual muchas mujeres casadas necesitaban trabajar para completar los ingresos familiares: más bien la tendencia muestra que los jóvenes que han ido a la Universidad tienden a casarse entre ellos y siguen luego los dos su carrera profesional.
Este fenómeno se produce a la vez que aumenta la tasa de empleo de mujeres que trabajan fuera de casa y disminuye entre los varones. Si entre 1960 y 1995 la proporción de varones activos y ocupados cayó del 80% al 70%, la de mujeres activas ocupadas ha subido del 35% al 55%.
No obstante, el proceso de igualación de los salarios de hombres y mujeres es muy lento y aún está incompleto. En 1973, por una hora de trabajo de una mujer se pagaba dos tercios de lo que se daría a un hombre. En los años 80 los salarios convergieron más rápido, hasta que hace dos años bajó la tendencia. En 1995 el salario medio por hora de trabajo femenino era sólo el 77% del masculino.
Otro aspecto sobresaliente es que en Estados Unidos el sector de las empresas en manos de mujeres crece con vigor. Según la Oficina del Censo, entre 1987 y 1992 tales negocios aumentaron un 40%. Todavía la mayor parte de ellos son pequeños, dirigidos desde el hogar, y pertenecen al sector de servicios o son comercios de venta al por menor. Pero, según la Fundación Nacional de Mujeres Empresarias, en los sectores de la construcción, transporte y comunicaciones, los negocios dirigidos por mujeres están creciendo por encima de la media de esas industrias.
Contra la tendencia de muchas empresas a hacer drásticos recortes de plantilla, las mujeres empresarias están contratando a nuevos trabajadores. En 1994, último año completo con datos disponibles, las compañías dirigidas por mujeres daban empleo a 15,5 millones de personas. Entre 1991 y 1994, el número de empresas dirigidas por mujeres y con más de cien empleados, aumentó el doble que el resto de empresas.