Japón
Al jubilarse a sus 65 años, Kazuo Inamori, fundador de Kyocera, una de las empresas de tecnología más productivas del mundo, ha decidido entrar como sacerdote en el templo de Enpuku, de la secta budista Rinzai. Hará la vida monástica de un bonzo ordinario, levantándose al amanecer, rezando y haciendo comidas vegetarianas frugales. En los años 60 y 70, Inamori transformó una pequeña empresa de cerámica de Kyoto en un grupo industrial de tecnología punta. Kyocera cuenta hoy con 31.000 empleados en más de 20 países y tiene un volumen de negocios de 5.500 millones de dólares. Inamori seguirá siendo el principal accionista de su empresa.