En los países industrializados afecta del 10 al 20% de los adultos
En el mundo hay cada vez más personas con exceso de peso. La Organización Mundial de la Salud (OMS) no duda en hablar de una «epidemia de obesidad», que expone a millones de personas a complicaciones médicas y constituye «uno de los grandes problemas de salud pública descuidados en nuestra época». Según los datos epidemiológicos, la obesidad se extiende no sólo en los países industrializados, sino también en países en vías de desarrollo.
La obesidad afecta del 10 al 25% de los adultos en Europa occidental. Aunque la situación es mejor en los países nórdicos (10%) que en Europa del Este, donde la proporción puede llegar al 40% entre las mujeres. Como es sabido, la obesidad está más extendida en Estados Unidos, en especial entre negros e hispanos. Su incidencia ha crecido también en América del Sur, en el Caribe y en Asia del Sudeste. También es muy fuerte el aumento de la frecuencia de la obesidad infantil en los países industrializados.
Según los expertos, las principales causas del aumento del problema de la obesidad son el sedentarismo y una alimentación demasiado rica en calorías y en materias grasas. Aunque puede haber una predisposición genética a engordar rápidamente por regímenes alimentarios y modos de vida nocivos para la salud, la principal responsabilidad recae sobre los comportamientos. Si los modos de vida no cambian, una proporción creciente de adultos sufrirá complicaciones médicas relacionadas con la obesidad. El exceso de peso es un factor de riesgo importante en las cardiopatías coronarias, el infarto, la hipertensión, y aumenta las complicaciones en otras enfermedades.
Estas consecuencias suponen una carga creciente en los presupuestos sanitarios. En un artículo publicado en The Lancet (9 de agosto), el profesor Per Björntorp, de la Universidad de Göteborg, afirma que «el coste económico de la obesidad, según las estimaciones más prudentes, equivale al 3-8% del total de gastos sanitarios en países como Holanda, Francia, Estados Unidos, Australia y Suecia, es decir, al menos tanto en proporción como los gastos por cáncer y SIDA».
Por consiguiente, las políticas de prevención de la obesidad deberían estar entre las grandes prioridades de los programas de salud pública. Se trataría de promover una alimentación menos rica en calorías (con mayor consumo de legumbres, frutas y cereales), más actividad física (andar, por ejemplo) y una vigilancia regular del peso más que dietas para una pérdida drástica de kilos.
Según el criterio de la OMS, una persona es obesa cuando su «índice de masa corporal» (que se halla al dividir su peso en kilogramos por el cuadrado de su altura en metros) es superior a 30. De modo que, para la OMS, un hombre de 1,80 metros de altura sería obeso a partir de los 97,2 kilogramos, y una mujer que midiese 1,65 metros, a partir de los 81,6 kilos.