Apropósito de la clonación de la oveja Dolly, el profesor francés de genética médica y miembro del Comité consultivo nacional de ética, Jean-François Mattei, da su opinión en Le Monde (5-III-97) sobre la aplicación de esta técnica en seres humanos.
El mito de la inmortalidad acompaña al hombre desde antiguo en su deseo de convertirse en Dios. La idea de poder reproducirse de modo idéntico para seguir viviendo después de la muerte por medio de su propio clon se hace posible, y suscita más pánico que esperanza: el mito se transforma en terror cuando de repente parece realizable.
Todo el mundo se da cuenta de que, sin la muerte, la vida perdería todo sentido y se hundiría en un insoportable aburrimiento. ¿Qué sería ese otro yo que reproduciría mi imagen y silueta, pero que habría perdido la memoria, la experiencia y todo lo que constituye la conciencia? Otro yo que no sería yo. Indudablemente, se puede clonar un patrimonio genético, pero no una conciencia.
A medida que se desentrañan los mecanismos biológicos, el hombre se rebela para afirmar que el núcleo de su humanidad está en otra parte. Y el clon se convierte en un traidor, ya que es otra persona bajo la máscara de un perfil prestado. Decididamente, no veo que se pueda aplicar la técnica de la clonación al hombre. Es contraria a su naturaleza singular, es incompatible con la misma idea de persona que integra cuerpo y espíritu.
En cuanto a la posibilidad de recurrir a la clonación para vencer la esterilidad, podría ser un tema interesante para un film fantástico, pero no tiene nada que ver con la realidad. ¿Nos imaginamos a un hombre estéril que llega a ser el padre del clon de su mujer o viceversa? Esta idea es tan absurda como la del ser clonado que sirve de reserva de órganos para un eventual trasplante. (…)
En el plano internacional, Francia debería proponer que se complete la Declaración de los derechos humanos. Hoy vivimos la revolución científica y, dos siglos después, de una revolución a la otra, es necesario precisar cuáles son los nuevos derechos y deberes del hombre de cara al progreso de la ciencia. (…)