Un estudio de la Universidad de Michigan ha descubierto que los niños norteamericanos actuales ven media hora diaria menos de televisión que los niños de la década pasada. La razón no es que se haya prolongado la jornada escolar, sino que muchos padres los inscriben en diversas actividades extraescolares.
El estudio -el más completo sobre el tema en las dos últimas décadas- está basado en una encuesta realizada sobre la vida, minuto a minuto, de 3.600 niños. Restando las horas dedicadas al sueño, a las comidas y a las clases, queda a los niños de hoy un 25% de tiempo libre, frente al 40% que tenían sus predecesores en 1981. El tiempo diario de estudio, de lunes a viernes, ha pasado de 14 minutos a 21 entre los niños, y de 19 minutos a 22 entre las niñas. También ha subido la dedicación al deporte. La lectura en casa ocupa lo mismo -menos de una hora y media a la semana- que antes. La televisión, aunque ha bajado -de dos horas a 90 minutos al día-, sigue siendo la actividad más practicada en el tiempo libre.
Estos cambios en la vida de los niños son consecuencia de los que ha experimentado la vida de los padres. Como los padres disponen de menos tiempo para ocuparse de los hijos, los apuntan a actividades más o menos educativas fuera del horario escolar. Esto presenta algunos aspectos positivos. Por ejemplo, según otro estudio, realizado por la Fundación Nacional para la Investigación en Educación, de Gran Bretaña, los niños que participan en actividades extraescolares leen mejor. Pero el fenómeno tiene también un peligro: forzar a los niños a llevar un ritmo de vida frenético, que les impida jugar y realizar otras actividades no planeadas. Así lo advierte Sarah Jackson, de Parents at Work, un grupo británico dedicado al estudio de cuestiones de familia y trabajo.