Los horarios de trabajo dejan cada vez menos tiempo a los matrimonios canadienses para estar juntos, según un estudio de la oficina nacional de estadísticas. El problema es la diversidad de horarios entre marido y mujer, debida a que se extienden los turnos de trabajo fuera de las horas normales. En la mayoría de los casos, la situación viene impuesta: en 1995, el 78% de los empleados con horarios especiales no tenían otra opción (cuatro años antes, la proporción era del 69%).
En Canadá hay 10,7 millones de parejas en las que ambos cónyuges trabajan a tiempo completo. En cuatro de cada diez de ellas, al menos un cónyuge tiene un horario de trabajo especial. En el 74% de estos casos, los turnos de los dos no coinciden (y en la cuarta parte, no se solapan ni siquiera una hora), cosa que sólo sucede al 32% de los matrimonios que trabajan dentro de las horas habituales (entre nueve de la mañana y cinco de la tarde).
Así pues, los cónyuges que tienen turnos especiales pueden convivir, de media, durante 11,5 horas al día (entre tres y cinco de vigilia, según el tiempo que dediquen al sueño), frente a las 16 horas de los que trabajan en horarios normales. Además, el trabajo fuera del horario normal está más extendido entre los matrimonios con hijos que entre los que no tienen.
Entre las parejas con dos empleos de jornada completa y con hijos menores de 16 años, lo más frecuente es que la mujer tenga horario normal y el marido no. La mayor parte de estas parejas tienen hijos en edad preescolar.
Los horarios especiales son más frecuentes entre los trabajadores manuales, los de la sanidad y los del sector de servicios. Entre las mujeres, las mayores proporciones se dan en las de profesiones liberales y las que se dedican a ventas.