Holanda: la universidad busca la ayuda de la empresa ante los recortes del gobierno

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Amsterdam. La universidad holandesa quiere intensificar sus lazos con el mundo empresarial en busca de financiación y, sobre todo, con el fin de reajustar las carreras a las necesidades del mercado laboral. A la vez, se aleja del Ministerio de Educación, que cada año le impone mayores restricciones financieras.

Esta ha sido la tónica general de las lecciones inaugurales en las diferentes universidades con motivo de la apertura del curso académico. Hasta el momento, ningún profesor ha protestado por el contenido de estos mensajes que presagian un cambio en la orientación de la actividad universitaria.

La expresión más clara de este enfriamiento de relaciones con el gobierno tuvo lugar en Leiden. El alma mater más antigua del país se despojó de su calificativo de estatal y desde ahora se llamará sólo Universidad de Leiden. En la Universidad católica de Brabante, en la de Maastricht, en todos los actos académicos se dejó sentir el mismo descontento por los recortes presupuestarios, línea que continuará con el nuevo gabinete.

La financiación de las universidades cuesta anualmente 6.000 millones de florines (un florín son 70 pesetas), que le vienen de las siguientes fuentes: 68% del gobierno; 6% de las matrículas de los estudiantes; 16% de los contratos de investigación y 10% de varios. A su vez, de los ingresos de investigación un 36% provienen de fondos públicos, un 17% de organizaciones internacionales, otro 17% de las empresas, un 26% de organizaciones sin ánimo de lucro y un 4% de otros.

En los planes económicos que la nueva coalición gubernamental ha acordado entra el recorte de 300 millones en la enseñanza superior, mientras que la Asociación de Universidades solicitaba 600 millones más para mantener su nivel de prestaciones.

Respecto al contenido de los estudios, el ex presidente de la Shell, C. Herkströter, invitado como orador para la apertura de curso en la Universidad Erasmus, de Rotterdam, destacó con fuerza que el mercado laboral está pidiendo a gritos profesionales de alta cualificación. Su mensaje era que las universidades demostrarán la calidad del nivel científico cuando sus estudiantes puedan obtener un buen empleo inmediatamente. En la misma línea, el portavoz de las organizaciones patronales, C. Renique, repetía que las empresas no están esperando a los clásicos licenciados, sino que necesitan profesionales que sean buenos comunicadores y que puedan trabajar en equipo.

Frente a este enfoque, F. van Vught, rector de la Universidad de Twente, advirtió que la adecuación de los planes de estudios a las exigencias del mercado es una utopía, ya que el mercado está en continuo cambio. Cuando los estudiantes terminan la carrera ya han cambiado las expectativas empresariales. Van Vught considera imprescindible, sin embargo, estrechar lazos no sólo con la empresa, sino también con el sector público. Y no sólo por la financiación, sino también porque la universidad ha perdido su monopolio de transmisora de conocimientos y creadora de ciencia.

Carmen Montón

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