Viena.-Austria contará con emisoras de radio y de televisión privadas, después de que el pasado 24 de noviembre el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo condenara el actual monopolio estatal por «violar el derecho de libertad de opinión». Según la sentencia, el monopolio de la radiotelevisión estatal ORF viola el artículo 10 de la Convención Europea de Derechos Humanos.
Austria era hasta ahora uno de los pocos países europeos que conservaba un monopolio del Estado en la radiotelevisión. De esta forma, la ORF ha podido mantenerse como una empresa sin grandes pérdidas, pues, además de la ayuda estatal y de los ingresos por publicidad, los usuarios deben pagar un canon equivalente a unas 4.500 ptas. al trimestre. Así, la ORF se podía permitir «lujos» que en otras cadenas europeas serían impensables: emisión de películas comerciales sin anuncios, poco tiempo dedicado a publicidad y una programación abierta a la cultura con documentales muy interesantes de producción propia y espacios más o menos educativos.
Un complicado sistema de control pretende garantizar la objetividad de la televisión estatal. En la práctica, se daba una cierta tendencia gubernamental, con esferas de influencias repartidas entre los partidos socialdemócrata y popular que gobiernan en coalición.
La sentencia contra Austria ha sido un claro éxito político de Jörg Haider, polémico líder populista del partido liberal, que fue uno de los iniciadores de la denuncia ante el Tribunal de Estrasburgo. Tras el fallo del Tribunal Europeo, todos los partidos austriacos han querido recalcar que están a favor de un cambio que acabe con el monopolio.
Franz Vranitzky, primer ministro de Austria, ha declarado que «ahora debemos esperar las consecuencias de la nueva ley de radio privada (aprobada hace dos meses por el Parlamento Federal que permitirá instalar unas pocas radios regionales). Dentro de un tiempo estudiaremos una ampliación a la televisión». Las primeras encuestas después del fallo han demostrado que un 79% de los austriacos quieren la aprobación inmediata de la televisión privada, mientras que sólo un 17% está en contra.
Detrás de toda la discusión hay muchos intereses políticos. Al día siguiente de conocerse el fallo de Estrasburgo, Thomas Höhne (uno de los abogados que denunció a Austria) presentó una petición de licencia para un canal privado, «TELE-1». Un 26% del capital de esta nueva sociedad proviene de Hans Dichand, el verdadero rey de la prensa escrita en Austria. Dichand es el principal accionista de New Krone Zeitung, un periódico «popular» que vende diariamente 2 millones de ejemplares en un país de 7,5 millones de habitantes. Este periódico es uno de los pocos medios de comunicación que discrepa en cierto modo de la orientación de la coalición gubernamental. El diario de Dichand mantiene una línea muy distinta de la cultura uniformista posmoderna. En política demuestra cierta simpatía en ocasiones hacia el partido liberal de Jörg Haider, y en cuanto a la moral -a pesar de una manga muy ancha en temas sexuales-, publica todos los domingos un artículo del obispo de Sant Pölten, Kurt Krenn.
Ahora se debate el porcentaje de acciones que una empresa periodística podrá tener en las futuras televisiones y si podrán participar los capitales extranjeros. Magnates de la prensa alemana están detrás de la financiación del restante paquete de acciones (74%) de la TELE-1 de Dichand. Lo cierto es que tanto políticos como financieros se han lanzado ya a la carrera para crear una televisión privada.
José María López-Barajas