El 46% de los franceses creen en la explicación de los caracteres por los signos astrológicos, el 29% confían en las predicciones de los horóscopos, el 23% aseguran que se puede leer el porvenir en las rayas de la mano, el 16% creen en el espiritismo, el 55% piensan que pueden lograrse curaciones mediante un magnetizador o por la imposición de manos, y el 67% consideran que no hay que descartar la telepatía. Estos son algunos resultados de una encuesta realizada por SOFRES para el diario Le Monde. Los resultados confirman que el mercado de lo irracional tiene una amplitud considerable en Francia. Pero lo más significativo es que el fenómeno aumenta en comparación con encuestas similares realizadas en 1982, 1988 y 1989.
Mientras que antes los resultados variaban poco de una encuesta a otra, ahora el fenómeno se ha amplificado. Las únicas excepciones son una menor confianza en las predicciones de los videntes (24%) y en los sueños que predicen el porvenir (35%), creencias que retroceden tres puntos.
Los adeptos a lo paranormal abundan más entre las mujeres, los jóvenes y -por tendencias políticas- entre los ecologistas. Parece que la educación laica no vacuna contra lo irracional, pues los jóvenes de 18 a 25 años son los más crédulos. Algunos observadores lo atribuyen a la menor influencia de la religión o del ateísmo entre los jóvenes. Pues, de hecho, son precisamente los católicos practicantes y los ateos los menos afectados por el atractivo de lo paranormal. Da la impresión de que la creencia en lo sobrenatural evita la seducción de lo irracional.
Las diferencias sociales se aprecian en el tipo de creencias dominantes: las clases más populares se interesan sobre todo por la astrología y los horóscopos, mientras que la telepatía triunfa entre el público más intelectual. Por otra parte, tampoco se advierte una oposición neta entre el mundo científico y el de los fenómenos paranormales. Así, aunque el 54% declaran interesarse por la ciencia, muchos piensan que un día la ciencia reconocerá la transmisión del pensamiento (53%) o la influencia de los astros sobre los caracteres (50%). Y a la pregunta de si hay realidades que la ciencia nunca podrá explicar, el 51% se declaran «completamente de acuerdo» y un 31% «más bien de acuerdo».
La mezcla de interés por la ciencia y el esoterismo, así como la mayor inclinación de los ecologistas por lo paranormal, refleja quizá la huella dejada por la ola New Age, doctrina que afirma que el hombre forma parte de un «Gran Todo» y que puede actuar sobre el Universo con sus «vibraciones». Esta confianza en las fuerzas aún ocultas de la naturaleza no es compartida por los que están más en contacto con ella, pues la encuesta muestra que los agricultores se encuentran entre los más reacios a lo paranormal. Sea una u otra la explicación, lo cierto es que lo irracional va viento en popa incluso en el país del racionalismo.