«Mi permiso parental de hoy, garantía de tu pensión de mañana»

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Amsterdam. Ventajas fiscales, permisos parentales y otros incentivos que el gobierno holandés ha previsto para que personas con hijos puedan atenderlos e incorporarse al mercado laboral, han incomodado a algunos compañeros sin hijos. Estos se sienten postergados por no gozar de los mismos beneficios. Además, culpan a los trabajadores que son padres de poner fácilmente el cuidado de los hijos como excusa cuando llegan tarde, se marchan antes o se ausentan porque tienen un hijo enfermo o bien porque no funciona el centro de acogida después de la escuela.

«Cuando oigo eso, se me sube la sangre a la cabeza», respondía airada en una entrevista Annelies Verstand, subsecretaria de Asuntos Sociales. «Reconozco que hay problemas, pero no se puede calificar a todas las madres trabajadoras de irresponsables; además, hay padres que trabajan y que asumen cada vez más horas del trabajo del hogar». Verstand achaca en gran parte estas irritaciones a la mentalidad anticuada de los mandos medios de las empresas, por lo general hombres que han hecho toda su carrera cuando la situación familiar era distinta. «Quieren emplear a mujeres porque las necesitan, pero no quieren reconocer que éstas, además de un empleo, tienen un hogar».

«Si el permiso parental es una elección», dicen algunos trabajadores en esta discusión, «las aficiones también tendrían que ser un motivo para conseguir permisos». Verstand sale al paso de esta reclamación: «¿Por qué hay que dar una ventaja por algo que no beneficia a nadie? Tampoco el empleado puede decir: no quiero pagar primas por seguro de paro o de incapacidad laboral, pues nunca estoy enfermo. En todo seguro social hay un aspecto de solidaridad, también en los permisos parentales. Y a quienes no tienen hijos y se quejan, los niños de hoy tienen derecho a decirles el día de mañana: pues ahora yo no aporto a tu pensión de jubilación».

La estrategia holandesa para armonizar trabajo y familia abordó primero la flexibilidad en los contratos laborales. El pasado julio entró en vigor la ley de trabajo a tiempo parcial, en virtud de la cual el empleado puede pedir en la empresa una modificación del horario, para pasar a tiempo parcial. El empresario debe atender la petición, a no ser que causas graves aconsejen lo contrario (cfr. servicio 21/99). Ya antes de poder exigir por ley esta modalidad de trabajo, un 67% de las mujeres que trabajaban lo hacía a tiempo parcial.

El trabajo a tiempo parcial es, hasta el momento, un arma de dos filos. Por un lado, permite a más mujeres incorporarse al mercado laboral; por otro, dado que hay tantos puestos de trabajo vacantes, recae un peso mayor sobre todos los que trabajan, tengan hijos o no. «Esta es la causa del estrés en la empresa y no las mujeres con hijos», asegura Verstand. «Si no trabajaran ellas, habría todavía más presión sobre los trabajadores que no tienen hijos».

Una segunda ley sobre «empleo y hogar», todavía en fase de debate, pretende armonizar más aún los ámbitos doméstico y laboral. La meta es que en diez años puedan incorporarse al mercado laboral medio millón de mujeres. Si la participación actual de la mujer en el mundo del trabajo es de un 51%, en el 2010 deberá ser el 65%. En el presupuesto nacional para el año próximo se prevén ayudas financieras para crear 160.000 puestos para custodia de los niños, tanto en guarderías como en lugares de acogida después del horario escolar. El Estado financiará la tercera parte de los gastos para la custodia de los hijos, mientras que las otras dos correrán a cargo del empleado y la empresa.

En Holanda hay una alarmante falta de guarderías y de personal especializado para la custodia de los niños, entre otras cosas porque es un tipo de trabajo poco valorado y no de lo mejor remunerado. También se está procurando una mayor compatibilidad de horarios entre la escuela y los centros de acogida.

Carmen Montón

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