De la «fábrica de sueños» salen muchas películas con violencia o sexo: demasiadas, si se tiene en cuenta que no son las que tienen mayor probabilidad de éxito. Es la conclusión de Arthur De Vany y W. David Walls, profesores de Economía en las universidades de California-Irvine y Hong Kong, respectivamente, en un trabajo de 46 páginas que han publicado en Internet (1).
Los autores emplean las herramientas de la matemática estadística para verificar una hipótesis formulada por el crítico y escritor cinematográfico Michael Medved en un libro célebre, Hollywood vs. America (Harper Collins, Nueva York, 1992; ver servicio 167/92). Medved se preguntaba por qué Hollywood insiste en producir cuatro veces más películas calificadas R (adultos) que películas PG (menores acompañados), cuando estas últimas generan, por término medio, tres veces más ingresos de taquilla que las primeras.
Pero De Vany y Walls señalan que Medved no tuvo en cuenta los presupuestos, los beneficios y el riesgo de las diversas clases de películas. Sin esos datos, dicen, no se puede concluir que los films R son demasiados. Por ejemplo, no sería así, si las películas R tuvieran un riesgo menor. Además, las ganancias de las productoras dependen sobre todo de unos pocos éxitos, por lo que la media no es representativa del conjunto. Por eso, los autores emplean un modelo estadístico que tiene en cuenta la muy desigual distribución de los distintos factores.
El estudio abarca 2.015 films estrenadas de 1985 a 1996. Los autores atienden a la calificación moral, presupuesto, ingresos, resultados de pérdidas o ganancias y participación de estrellas cinematográficas.
De ese total de títulos, más de la mitad (52%) son R; las PG-13 (mayores de 13 años) son el 25%; las PG, el 20%; y solo el 3% son G (para todos los públicos). Las estrellas se concentran en los films R, lo que hace que sean más caros. El 57% de las películas en que está presente alguna estrella -delante o detrás de la cámara- tienen calificación R, mientras que en las películas G la proporción es del 10,5%.
Esto contrasta con los resultados de público y beneficios. La tasa de éxito, entendido como unos ingresos de taquilla superiores a 50 millones de dólares, es del 6% para las películas R. En cambio, las películas PG-13 presentan una tasa del 10%, y las G y PG, con el 13%, son las más seguras de todas. Lo mismo se observa si se toma como medida del éxito de una película reportar ingresos superiores al triple del presupuesto. En ese caso están el 11% de las películas R, el 12% de las PG-13, el 16% de las PG y el 20% de las G.
Esto desmiente la acostumbrada respuesta defensiva de las productoras, que aseguran que dan al público lo que éste pide. De modo que las productoras dan prioridad a algo distinto de los beneficios. Los autores coinciden con Medved en que sucede lo segundo, y que ese otro objetivo es el aplauso, pero no del público general. Según Medved, las estrellas, los productores y los ejecutivos de Hollywood presentan una compulsiva tendencia a sentirse valorados por un reducido grupo de observadores, especialmente atentos a apreciar la transgresión. Los creadores de Hollywood, añade Medved, cuanto más ajenos son al sentir de la gente corriente, más sujetos están a las presiones de su estrecho círculo. Conscientes de la enorme capacidad de influencia de las historias que cuentan en la pantalla, la usan para promover su limitada panoplia de motivaciones y valores, aunque no complazcan al común de los espectadores.
Publicidad dirigida a los niños
«Los productos de entretenimiento con contenidos violentos están siendo promocionados entre los niños». A esta conclusión ha llegado el informe que el pasado 11 de septiembre hizo público la Comisión Federal del Comercio (FTC) de Estados Unidos. El estudio fue encargado el pasado año por el presidente Clinton a raíz de la tragedia de la escuela Columbine, de Littleton (Colorado), donde dos estudiantes mataron a doce compañeros y un profesor, y luego se suicidaron.
Para el estudio se escogió una muestra de películas, discos y videojuegos calificados como no aptos para menores por incluir contenidos violentos. La FTC encontró que el 85% de los films, el 100% de los discos y el 70% de los videojuegos se anunciaban en medios y espacios accesibles a la audiencia infantil.
El informe denuncia también el incumplimiento de las restricciones impuestas por el sistema de calificación. Así, afirma que casi la mitad de los cines permiten que un menor entre a ver una película R y que los niños de 13 a 16 años pueden comprar discos y videojuegos para adultos en un 85% de los casos.
Para proteger a los niños, la FTC dice que la industria debe prohibir los planes de marketing que prevean dirigir la publicidad de los productos para mayores a la audiencia infantil; exigir la colaboración de los cines y comercios, que deben impedir que los niños accedan a tales productos, y por último, informar sobre el sistema de calificación tanto a los padres como a los niños.
Los políticos se han hecho amplio eco del informe, publicado en plena campaña presidencial. El vicepresidente y candidato demócrata, Al Gore, dijo que propondrá una nueva ley al respecto si la industria no reacciona voluntariamente.
Las grandes compañías ya han empezado a tomar medidas. Walt Disney ha sido la primera: poco después de conocerse el informe, anunció la prohibición expresa de insertar trailers violentos en videos o proyecciones de películas para menores. Por su parte, la cadena de TV ABC no anunciará films para mayores antes de las 9 de la noche.