Cada nueva edición del estudio Education at a Glance (1) de la OCDE da cuenta precisa del estado de la enseñanza en los países industrializados. El informe analiza los sistemas de enseñanza de los 29 países miembros, a través de indicadores que comparan varios aspectos: el contexto económico y social, la financiación, las tasas de escolarización, la situación del profesorado y los resultados de la enseñanza. Este año destaca el aumento de inversión privada, sobre todo en la enseñanza superior.
La edición 2000 mantiene la estructura de las primeras ediciones, lo que permite comprobar la evolución de la enseñanza en cada país durante los últimos años y la eficacia de las medidas adoptadas por los gobiernos (ver servicios 60/95 y 5/99). La utilidad del informe está más en los datos estadísticos que en el análisis. Cada capítulo tiene un apartado titulado «Hechos y explicaciones» que, en algunos casos, no es más que la constatación de lo obvio, por ejemplo: «Un país con más población estudiantil tendrá que destinar más dinero que los países con menos jóvenes, para que la formación sea similar».
Además, no siempre están los datos de todos los países y, a veces, algunos porcentajes no tienen en cuenta todos los factores. Así, la inversión privada en la enseñanza solo recoge una parte del gasto de los estudiantes y sus familias. No obstante, las razones que sugiere el informe para explicar las diferencias entre los países están bien traídas y, en definitiva, los datos señalan el estado de los sistemas de enseñanza de 29 países, que no es fácil.
Inversión en educación
El dinero destinado a educación depende de unos factores que se interrelacionan: estructura demográfica de la población, proporción de matriculados, renta per cápita, precio de la educación y organización de la instrucción. Cuanta más población estudiantil, más demanda de servicios educativos, sobre todo en los niveles inferiores. Por eso, en países con riqueza similar, los que tienen más población tendrán que destinar más proporción de su producto interior bruto (PIB) para que sus estudiantes tengan las misma oportunidades que los jóvenes de otros países.
Sin embargo, los porcentajes de PIB que los países destinan a la enseñanza varían mucho y no es fácil aislar las causas. El número de estudiantes influye en gran medida, pero también su distribución en los distintos niveles educativos. Francia, Holanda y Noruega, por ejemplo, tienen menos población juvenil que otros países pero destinan un porcentaje elevado del PIB a causa del número de alumnos que hay en todos lo niveles. Al contrario, México tiene muchos más jóvenes pero una baja proporción de ellos están matriculados.
En la mayoría de países, la enseñanza obligatoria acaba a los 15 ó 16 años, y casi todos consiguen retener a los alumnos hasta esas edades. En Estados Unidos y Holanda solo lo consiguen con el 90% de los estudiantes porque la enseñanza obligatoria termina a los 17 y 18 años, respectivamente.
De media, se espera que un estudiante de 17 años curse estudios superiores durante 2,3 años a lo largo de su vida, de los cuales dos serán a tiempo total. Entre 1990 y 1997, en casi todos los países ha habido un 20% del total de alumnos que se han matriculado en estudios superiores. Los mayores incrementos se han producido en Corea, Gran Bretaña, Irlanda, República Checa y Turquía, con un 50%. Hungría, Polonia y Portugal duplicaron sus alumnos de estudios superiores.
Pero no todos consiguen título. De media, una tercera parte abandona sin conseguirlo. Estados Unidos tiene una de las proporciones de matriculados más altas, pero solo el 63% acaban la carrera. En Gran Bretaña y Japón lo consiguen el 80%. En Austria, Francia, Portugal y Turquía, el 55%. Italia, con el 35% de supervivientes, tiene la proporción más baja. En suma, el 23% de las personas con edad de obtener un título universitario en los países de la organización, lo consiguen.
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(1) Education at a Glance: OCDE indicators. Ed. OCDE. París (2000). 380 págs. 275 FF.