La escasez de vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa pone en peligro la supervivencia de instituciones católicas en las zonas más pobres de las ciudades norteamericanas. Lo dice The Economist (30 junio 2001), que destaca el papel de la Iglesia católica en la atención de los más desfavorecidos.
El artículo se hace eco de los resultados de un estudio realizado por el Centro de Estudios Aplicados sobre el Apostolado de la Georgetown University (Washington). Mientras los católicos estadounidenses se han duplicado desde 1950, el número de sacerdotes (45.000 en la actualidad) solo se ha incrementado en un 6%. La mitad de los sacerdotes diocesanos tienen entre 50 y 69 años. Una décima parte de los sacerdotes ordenados en las diócesis del país son foráneos. Por lo que se refiere a las monjas, que en 1965 eran 180.000, son ahora 80.000, con una edad media de 69 años.
El número de parroquias sin sacerdote se ha multiplicado por cinco desde 1965, pero «esto no es un problema solo para la Iglesia católica y la vida parroquial», dice The Economist. «Sacerdotes y monjas hacen un excelente trabajo en escuelas, hospitales e instituciones de caridad. A menudo, los liberales se enfrentan a la jerarquía católica en cuestiones morales, en especial el aborto. Pero basta visitar las zonas más pobres de cualquier ciudad de Estados Unidos para comprobar que gran parte de la infraestructura de asistencia social está sostenida por sacerdotes y monjas». «Esto -señala The Economist- es buena cosa para muchos no católicos, que son la séptima parte de los estudiantes de las escuelas secundarias católicas, y una proporción mucho más alta en los barrios pobres de las ciudades». La escasez de vocaciones se deja sentir con fuerza en los colegios católicos de secundaria, que son hoy la mitad que en 1950. En ese año, las monjas cubrían tres cuartas partes de los claustros de profesores. Ahora solo son el 6% del profesorado. Y los nuevos profesores laicos, comenta The Economist, cuestan el triple que las monjas.
Es un grave problema, dado que «en muchas zonas pobres, las escuelas católicas son las únicas que dan una educación aceptable». The Economist pone el ejemplo de la última escuela católica de New Britain -una de las ciudades más problemáticas de Connecticut-, que ha tenido que cerrar pese a que aumentaban las solicitudes de plazas. Pero la escuela no podía sobrevivir sin subir las matrículas por encima de lo que la mayoría de las familias podían pagar. «El cheque escolar, que permite a los padres elegir dónde gastar la parte que les corresponde del dinero público destinado a educación, habría sido una buena ayuda, por supuesto; pero el presidente Bush ha abandonado la idea del cheque escolar».
Algo semejante ocurre en la sanidad. Cada año, en los casi 600 hospitales católicos se atiende a 70 millones de personas de todas las confesiones. Los recortes de los subsidios estatales para la atención sanitaria de los pobres causan apuros económicos a los hospitales católicos -46 cerraron en la pasada década-. A la vez, «el descenso de vocaciones -dice el semanario- les ha privado de personal barato». En las obras asistenciales el problema es semejante: los escasos sacerdotes no pueden dedicarles tiempo, ya que han de concentrarse en sus cometidos pastorales básicos.
¿Por qué hay pocas vocaciones sacerdotales? «Muchos creen -dice The Economist- que la exigencia del celibato hace que los oídos se vuelvan sordos a la llamada. (…) Otros lo achacan a la ‘anticuada’ doctrina católica sobre contracepción y divorcio, y a una racha de escándalos sexuales. Pero esos problemas no son nuevos. El celibato representa un desafío desde hace 900 años».
El caso, prosigue el artículo, es que algunas diócesis encuentran vocaciones. A título de ejemplo muestra la diferencia entre diócesis pequeñas -en torno a 250.000 fieles- como Omaha (Nebraska) y Atlanta (Georgia), con 7 nuevos sacerdotes al año cada una, y las grandes archidiócesis de Los Ángeles -4 millones de católicos y solo dos ordenaciones en 2000- y Boston -2 millones de fieles y seis ordenaciones-. The Economist atribuye la diferencia al «mayor esfuerzo humano y económico que realizan los obispos de Omaha y Atlanta para conseguir sacerdotes». El artículo recoge unas declaraciones del arzobispo de Omaha, Mons. Elder Curtiss: «Hoy día hay tantas vocaciones como siempre»; ahora bien, «el número de vocaciones que recibe una diócesis está en proporción inversa a lo liberal [en términos de doctrina católica] que se haya hecho la misma diócesis».
«Un lenguaje así -concluye la revista- asusta a muchos norteamericanos de izquierda. Pero si los liberales quieren que sigan abiertos hospitales y escuelas, quizá deberían desear suerte a estos dos arzobispos».