El pasado 17 de junio falleció repentinamente el Card. Thomas Winning, arzobispo de Glasgow y primado de Escocia, un activo defensor de la vida que puso en marcha en su diócesis un programa de ayuda a mujeres embarazadas. Hijo de un minero, Mons. Winning nació en 1925 en Wishaw (Escocia). Fue ordenado sacerdote en 1948, Pablo VI lo nombró obispo auxiliar de Glasgow en 1971 y, tres años más tarde, arzobispo del mismo lugar. Juan Pablo II le otorgó el capelo cardenalicio en 1994.
En 1997, el Card. Winning lanzó la Iniciativa por la Vida, que ofrece ayuda a cualquier mujer que se plantee abortar (ver servicios 43/97 y 24/99). El mensaje que dirigía a las mujeres en dificultades era de comprensión y ayuda incondicional: «Si necesita una prueba de embarazo o quiere consejo, la ayudaremos. Si quiere ayuda para criar a su hijo, se la daremos. Si busca unos padres adoptivos para su futuro hijo, la ayudaremos. Si tiene agobios económicos que le muevan a abortar, la ayudaremos. Si no puede decir la verdad a su familia o se siente presionada a abortar, le buscaremos un lugar donde poder traer a su hijo al mundo, rodeada de apoyo y aliento. Y, finalmente, si ya ha abortado y se siente desgarrada por la culpa; si su relación se ha roto a causa de un aborto o si padece un trauma post-aborto, venga a nosotros».
La idea fue muy bien acogida. Así, aunque el cardenal emprendió la iniciativa sin presupuesto, pronto empezaron a llegar donativos, y en dos años se recibieron cerca de 300.000 libras. Se comprobó que la iniciativa respondía a las necesidades de muchas mujeres que desde el principio acuden en demanda de ayuda o consejo. Así, el programa ha facilitado que algunos centenares de madres puedan dar a luz a sus hijos.
También hubo críticas. Algunos dijeron que el cardenal «sobornaba» a mujeres para que tuvieran hijos. La feminista Germaine Greer, partidaria del aborto legal, salió en defensa de la iniciativa. En su libro The Whole Woman (1999), Greer replicaba que se soborna cuando se intenta que otro haga lo que no quiere, no lo que quiere (ver servicio 43/99). Otros criticaron que la Iniciativa por la Vida ayudara a dar a luz a embarazadas muy jóvenes, de 16 años o menos, porque las adolescentes son las más expuestas a malas consecuencias de un embarazo imprevisto. El cardenal respondía: «Eso es verdad, pero ¿por qué negar la vida al niño? No debería haber ningún niño no deseado. Si la madre no lo quiere, puede encontrar a alguien que lo adopte y le dé un hogar» (Daily Telegraph, 10-III-1999).
Mons. Winning era consciente de ir contra corriente. Cuando se le preguntaba si no se planteaba cambiar de postura para buscar un acomodo con la tendencia dominante, contestaba: «Mi oficio es enseñar a la gente los valores del Reino de Dios. No puedes cambiar de opinión y empezar a decir que el aborto está bien en ciertas circunstancias».
El cardenal era también muy sensible a la situación de las personas desfavorecidas: un hombre que se distinguía por «su apasionada oposición a la pobreza en Gran Bretaña y en el Tercer Mundo», según ha dicho, al conocer su muerte, el ministro británico Gordon Brown. Como muestra de ejemplaridad y sencillez, uno de las primeras medidas de Mons. Winning al ocupar la sede de Glasgow en 1974 fue sustituir el Mercedes oficial con chófer por un Honda de segunda mano que conducía él mismo. Sus llamadas a la justicia social resonaban en todo el país.
El arzobispo de Westminster y primado católico de Inglaterra, Card. Cormac Murphy-O’Connor, ha destacado entre los rasgos del Card. Winning «su sentido del humor, su dedicación, su lealtad y su infatigable defensa de la Iglesia católica». En el telegrama de pésame enviado a Glasgow, Juan Pablo II subraya que «este pastor apasionado alentó en la fe y en la vida cristiana a las comunidades en que desempeñó su ministerio y destacó sobre todo en la defensa de la vida y el compromiso con los pobres».