Dinero de ricos para investigar enfermedades de pobres

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La malaria y la tuberculosis causan la muerte a 2,8 millones de personas al año. Pero como afectan sobre todo a la población del Tercer Mundo, la industria farmacéutica se ocupa muy poco de buscar mejores remedios. La situación está cambiando gracias a recientes inyecciones de dinero norteamericano, procedente en gran parte de donaciones privadas.

La Fundación Gates, que maneja 21.000 millones de dólares de presupuesto, ha contribuido con 200 millones, desde 1999 hasta la fecha, a la investigación de ambas enfermedades. Por otro lado, la misma fundación se ha comprometido a donar 70 millones más para avanzar en la lucha contra la meningitis. Simultáneamente, en la Johns Hopkins University, una generosa donación anónima (100 millones de dólares) permitirá impulsar los estudios sobre la malaria, que hasta el momento contaban con una media anual de 3 millones de financiación de origen altruista. Según ha comentado el decano de la Universidad, con esta donación podrá crearse un instituto específico de estudios sobre malaria, cuadriplicando el equipo investigador, con el objetivo de conseguir una vacuna y avances en el terreno de la genética.

Teniendo en cuenta la desproporcionada relación entre gasto mundial en investigación de enfermedades y muertes provocadas por las mismas (10% del gasto para combatir enfermedades que afectan al 90% de la población), estas donaciones recientes suponen un impulso muy significativo. Conviene recordar (ver servicio 129/99) que de los 1.233 medicamentos específicos inventados entre 1975 y 1997, solo 11 servían para tratar enfermedades tropicales.

La Administración Bush y el Congreso norteamericano se han comprometido a duplicar, antes de 2003, el presupuesto de los National Institutes of Health (NIH), propiciando un nueva era de investigación en las universidades, hospitales, instituciones y empresas. En la actualidad, el presupuesto del NIH alcanza los 23.000 millones de dólares. En 1989, los NIH destinaban 3 millones a estudios sobre la tuberculosis. Hoy son ya 87 millones. Desde 1997, la cantidad dedicada por los NIH al estudio de la malaria se ha duplicado, llegando a 55 millones, de los que más de la mitad se dirigen a buscar una vacuna.

Son cifras que palidecen si se las compara con las cantidades invertidas en la investigación relacionada con el SIDA, que consume 2.000 millones de dólares anuales. Donaciones como estas pueden ser la llave para impulsar la investigación sobre estas enfermedades del Tercer Mundo en el sector privado, hasta ahora reticente por aquello de que son muy costosas y prometen pocos ingresos.

Por lo pronto, un consorcio de 90 laboratorios de nueve países intentará determinar la estructura de las más de 400 proteínas del bacilo de la tuberculosis, para mejor tratar la enfermedad. El laboratorio británico AstraZeneca ya se ha interesado por el proyecto.

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