Los ortodoxos critican cada vez más la orientación del Consejo Ecuménico de las Iglesias (CEI), dominado por las confesiones protestantes de inspiración liberal, y exigen una reforma en la toma de decisiones. Esta fractura se ha comprobado de nuevo en la reunión del comité central del CEI, clausurada en Berlín el 5 de febrero.
El CEI, nacido en 1948, agrupa a 342 Iglesias protestantes, ortodoxas, metodistas, anglicanas, etc. Sin formar parte de él, la Iglesia católica envía sus representantes como observadores. El CEI no pretende ser una «super-Iglesia», aunque en sus declaraciones y decisiones ha querido impulsar una acción común en temas como la lucha contra la explotación en el Tercer Mundo y, más recientemente, la admisión del sacerdocio femenino y los derechos de los homosexuales. Los ortodoxos, que rechazan estas tesis, amenazan desde hace años con romper con el CEI si no se da más peso a su postura (cfr. servicio 181/98). La Iglesia ortodoxa de Bulgaria y la de Georgia abandonaron ya el CEI, y la importante Iglesia ortodoxa de Rusia (80 millones de fieles) amenaza con hacer lo mismo.
Para resolver este problema, se creó una comisión especial -con paridad de miembros ortodoxos y no ortodoxos-, que ha presentado su informe en la reunión de Berlín.
La comisión propone que las decisiones del CEI se adopten siempre que sea posible por consenso, en vez de por mayoría, sobre todo en cuestiones de doctrina y en las relacionadas con problemas sociales, éticos y políticos. También se examinará la posibilidad de crear algún tipo de comité paritario de ortodoxos y no ortodoxos, para pronunciarse sobre los asuntos principales del CEI.
Respecto a la «oración en común» (término preferido al de «culto»), «deben evitarse los elementos sincretistas y la utilización de un lenguaje inclusivo en relación con Dios». En cuanto a las cuestiones sociales y éticas, se reconoce que corresponde a cada Iglesia «configurar sus enseñanzas morales, tanto en los casos en que es posible recurrir a la tradición de la Iglesia como en aquellos en los que no existen modelos en esa tradición».
El CEI tiene un año de plazo para llegar a un acuerdo sobre estas propuestas. Las grandes confesiones protestantes, que hasta ahora han marcado la orientación, temen que, si se satisface a los ortodoxos, el CEI pierda su carácter progresista. Por su parte, los ortodoxos ven la línea dominante del CEI cada vez más «occidental» y alejada de su sensibilidad. En temas doctrinales y eclesiológicos, la Iglesia ortodoxa y la católica están bastante próximas, mientras que la evolución de las confesiones protestantes hace más difícil la búsqueda de la unidad.
El Papa pide «paciencia»en el diálogo con los ortodoxos
Juan Pablo II sugirió a los obispos católicos rusos la «metodología de la paciencia» en el diálogo con los ortodoxos. El Papa hizo esta recomendación durante la visita ad limina que los cuatro obispos de la Federación Rusa realizaron a Roma durante la segunda semana de febrero. La jerarquía católica rusa fue restablecida por el Papa en abril de 1991.
Según un informe de la agencia de prensa Fides, dependiente de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, «las relaciones [de los católicos en Rusia] con todas las confesiones son óptimas, excepto con los ortodoxos», los cuales se han ido cerrando al diálogo y defienden sus propios derechos tradicionales sobre toda la población rusa, a la que consideran «genéticamente ortodoxa». Señala que la ley de 1997 sobre libertad religiosa, que concede un claro privilegio a la ortodoxia, se aplica incluso de forma más estricta de cuanto prevé la misma ley. La conclusión de Fides es que «no es previsible un mejoramiento de las relaciones en los próximos años».
Teniendo presente esa situación, el Papa ha insistido en la fórmula acuñada por Juan XXIII: «Es mucho más lo que nos une que lo que nos separa», que se concreta en «buscar lo que que favorece una comprensión recíproca y, cuando sea posible, la colaboración». Esa conciencia, añadió, alimentada en la oración a Cristo, ayuda a no caer en el desánimo «ante las dificultades e incluso los fracasos del camino ecuménico».
Según algunos cálculos fiables, los católicos en Rusia rondan el medio millón de fieles, aunque las estadísticas estatales -basadas en la procedencia étnica de la población- estiman que pueden alcanzar el millón y medio. Lo que se sabe con certeza es que los fieles católicos que están en contacto con alguna de las 190 parroquias y doscientos sacerdotes (la mayoría polacos) de las cuatro administraciones apostólicas ascienden a 50.000-60.000.