La «Dominus Iesus», vista por un protestante

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Martin Eppard, pastor de la Iglesia Episcopaliana Carismática de Estados Unidos y profesor de Historia de la Iglesia, elogia en un artículo publicado en Internet (www.christianity.com) la declaración Dominus Iesus y su valor para avanzar en el camino ecuménico (ver servicios 119/00, 134/00 y 147/00).

(…) Contra lo que se ha dicho, lo que yo encontré en la declaración Dominus Iesus no me pareció una denuncia de las religiones del mundo ni un rechazo intolerante a otras tradiciones cristianas. Y tampoco el «estertor de muerte» de un régimen papal hiperconservador, ni las opiniones aisladas de un cardenal «fuera de onda». Encontré una reiteración hermosa, delicada, caritativa y muy oportuna de las verdades de la fe cristiana. En una palabra, encontré el Evangelio.

La Dominus Iesus es oportuna porque se yergue como testimonio de la antigua fe «entregada a los santos» en un momento en el que el protestantismo sufre una implosión.

(…) Durante años, la tendencia dominante en el protestantismo ha sido el liberalismo o revisionismo que convierte el mensaje cristiano en un irreconocible parloteo teológico. Diversas confesiones protestantes votan al estilo democrático para cambiar la naturaleza de Dios y las palabras de la Sagrada Escritura. Muchas de ellas han aprobado o han intentado aprobar resoluciones que rebajan la unicidad de Jesús como «el camino» de la salvación para convertirlo en «un camino» de salvación, equiparando a Nuestro Señor y su misión con los fundadores de otras religiones.

(…) En medio de esta algarabía, el cardenal Ratzinger y el Santo Padre han hecho sonar el clarín del viejo e inmutable Evangelio. Yo no soy católico, pero la Dominus Iesus ha sido música para mis oídos. Por encima de la confusión teológica actual, esta declaración reafirma el antiguo mensaje cristiano.

(…) Las enseñanzas de esta declaración sobre la naturaleza de la Iglesia son las que han causado consternación en algunos círculos protestantes. Pero tampoco aquí la Dominus Iesus dice nada nuevo, ni nada que asuste. Lo que hace que una Iglesia sea cristiana es precisamente su catolicidad.

El protestantismo ha sobrevivido durante quinientos años gracias a la verdad católica inserta en su doctrina y que heredó de su madre. Cuando el teólogo Karl Adams estudió el protestantismo, se llevó la sorpresa de encontrar no tanto herejía y apostasía, cuanto sólida doctrina católica. Estas enseñanzas no eran las únicas, por supuesto, pero todavía estaban presentes. Lo que hace que una Iglesia sea cristiana es su adhesión a las enseñanzas de la Iglesia católica tal y como fueron definidas (al menos) en los primeros concilios ecuménicos.

(…) Lejos de ser inoportuna o no conciliatoria, la Dominus Iesus reitera tanto el Vaticano II como el deseo de Juan Pablo II de llegar a la unidad de los cristianos. Lo que ocurre es que busca la unidad auténtica, una unidad basada en la verdad objetiva, bíblica, y no en una superficial y caprichosa pelusa ecuménica.

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