Traductora, intérprete y novelista, Natascha Wodin (Baviera, 1945) desconoce casi todo de sus orígenes familiares y de la vida de sus padres, trabajadores soviéticos que fueron deportados a Alemania en 1944, en plena Segunda Guerra Mundial. Diez años después de su nacimiento, su madre falleció, y ella y su hermana pequeña fueron trasladadas a una residencia católica.
De su padre, solo comenta que falleció en 1989 en una residencia. En numerosas ocasiones, había intentado averiguar algo de sus raíces y de la vida de sus padres antes de su nacimiento, pero “no había conseguido hallar ni un asomo de rastro, una prueba” y, desolada, abandonó la búsqueda.
Sin embargo, las cosas cambian de manera radical en 2013, cuando un día vuelve a introducir…
Contenido para suscriptores
Suscríbete a Aceprensa o inicia sesión para continuar leyendo el artículo.
Léelo accediendo durante 15 días gratis a Aceprensa.