Escrita en 1933, se publica por vez primera en castellano esta novela que lleva por subtítulo “Crimen en Navidad”. En efecto, la trama se abre con un asesinato en esa fecha, narrado de manera aséptica y sin el menor dramatismo: “Adrian Gray nació en mayo de 1862 y murió de forma violenta, a manos de uno de sus hijos el día de Navidad de 1931”.
Esta es la sorpresa inicial de una historia en la que desde el principio se sabe que hubo asesinato y que fue obra de un hijo de la víctima. El mérito de la autora (1899-1974) es construir una narración cuyo nudo desvela al comienzo, y componer la intriga desgranando las pistas. Meredith va presentando a los personajes. Comienza por el propio Adrian Gray, que en el momento de su muerte tenía setenta años y seis hijos, a los que había convocado a pasar la fiesta de Navidad en su solitaria casa de King’s Poplar. Después describe a cada hijo, con sus respectivas esposas o esposos, sus hijos, su forma de vida, sus motivaciones, sus intereses, sus mezquindades y sus ambiciones. La trama humana resulta tan interesante o más que la policiaca. Como buena novela inglesa, presta interés a la psicología de los protagonistas y también a las notas costumbristas que amenizan el relato.
Meredith consigue un libro de factura correcta, bien estructurado y con una trama convincente que discurre con lógica y sin saltos. Usa un estilo ágil y la prosa cuidada de las novelas de intriga policiaca británicas.