Este libro de David Armitage, profesor de Historia del Pensamiento Político y de Historia Mundial en la Universidad de Harvard, responde a un intento de llenar un hueco en la historiografía y el ensayo político acerca de un fenómeno que acompaña al ser humano desde tiempos inmemoriales: la guerra civil.
En el mundo contemporáneo han sido relativamente escasos los conflictos internacionales, pero en cambio proliferan los internos, en los que también se implican países extranjeros. Estos conflictos, que no dejan de ser guerras civiles, son los más crueles y encarnizados, y se han intensificado desde la caída del comunismo. A partir de 1989 se ha registrado una media de veinte conflictos intraestatales simultáneos, diez veces más que en el período que va desde el final de las guerras napoleónicas a la citada fecha.
Ya en el siglo XVI, Michel de Montaigne, que vivió de cerca las guerras de religión en Francia, aseguraba que ninguna guerra es tan peligrosa como la civil. Además, sus consecuencias tienden a perdurar en el tiempo, con lo que su recuerdo puede ser utilizado con fines partidistas. Otro rasgo de este tipo de conflictos es que extiende un maniqueísmo que distingue entre rebeldes y revolucionarios, calificativos que imparten a su antojo los vencedores, relegando a los vencidos al olvido.
Armitage dedica gran parte de su libro a Roma, que podría ser considerada como la civilización que inventó la guerra civil, para después recorrer la historia de estos conflictos y analizar las teorías que Hobbes o Clausewitz, entre otros, elaboraron sobre el fenómeno.
La guerra civil es una constante de nuestro mundo hasta el punto de que podría hablarse de una guerra civil global. Estamos ante un legado del que la humanidad tiene dificultades para deshacerse, sobre todo desde que en el siglo XX se hizo trágica realidad la expresión de que “la política es la continuación de la guerra por otros medios”.