Branislav Djordjevic (Belgrado, 1952) dirigió varias galerías de arte y librerías antes de trasladarse a España –donde vive en la actualidad– a consecuencia de la Guerra de los Balcanes. Su novela aborda esta guerra desde una perspectiva singular: aunque la mayor parte de la acción transcurre durante aquellos oscuros y trágicos momentos, todo se desarrolla en la retaguardia, en Belgrado, donde las implicaciones del conflicto se vivieron de manera muy distinta.
El protagonista es Alexa, un prestigioso médico, especializado en tuberculosis, que vive entregado a su profesión: publica libros, asiste a congresos internacionales y atiende de manera muy profesional y abnegada a sus pacientes en el hospital. Poco a poco, sin embargo, empieza a ver cómo, por culpa de la ajetreada situación política, comienza a resquebrajarse la vida en el hospital, en su ciudad y en su país.
La guerra transforma la vida cotidiana y todos empiezan a vivir bajo la sombra de la sospecha. Aparecen las restricciones, que afectan de lleno a su vida en el hospital, y se cercena la libertad de expresión, que culpabiliza a los que se oponen a las tesis oficiales. Y también comprueba cómo a su alrededor la carestía de lo más fundamental convierte la ciudad en una jungla para buscar desesperadamente alimentos, a la vez que crece una trama de corrupción protagonizada por personas sin escrúpulos, algunos amigos lejanos de Alexa. Una de las víctimas más lacerantes de esta catastrófica situación es su padre, que ve cómo se derrumba su tranquilo mundo de seguridades y certezas.
Y todo esto lo hace el autor sin mencionar, salvo lejanamente, los conflictos políticos y las acciones militares. Alexa asiste a todo este proceso de descomposición, que le afecta profesional y familiarmente. Angustiado y apesadumbrado, mantiene a pesar de todo su rigor ético y su espíritu abnegado e independiente, aunque él es también otra víctima directa de la sinrazón.