Damasco, 1912. Una ciudad dividida en tres colonias: la musulmana, la judía y la cristiana. Este es el marco en el que Victoria Dana encuadra su novela. La protagonista es Latife, una niña de ocho años que vive en el seno de una familia judía sin hijos varones. Este es el motivo de que sea poco apreciada en su entorno, donde las mujeres eran consideradas de segunda categoría. Por ello Latife es testigo y víctima de la violencia.
Cuando su madre fallece, su padre recibe con agrado la oferta de una adinerada familia a la que entrega en adopción a sus dos hijas. Latife crecerá a partir de entonces en un ambiente grato. Sin embargo, la tranquilidad dura poco. La guerra de los Balcanes que azota al imperio otomano avanza y lo que era solamente un rumor se convierte en realidad. Los soldados turcos irrumpen en las casas, violan a las mujeres y se llevan a los jóvenes a luchar. La felicidad de Latife se ve truncada por el conflicto y no le queda más remedio que emigrar a México junto con muchos más judíos.
Cada capítulo de la novela se inicia con un verso, alguno procedente del libro de los Proverbios, que contribuye al tono lírico y trascendente de una bella narración compatible con una trama de gran crudeza en la que no se ahorran detalles de brutalidad sin paliativos.
Victoria Dana, hija de inmigrantes sirios y nacida en Ciudad de México, conoce bien el tema del que escribe y aborda la problemática de la mujer en un ámbito cultural en el que es utilizada y dominada por el hombre. Esto se describe desde la mirada fresca de una niña y recoge numerosos detalles costumbristas y psicológicos que colorean la atmósfera donde se desarrollan los hechos.
A donde tú vayas, iré es una historia de superación en la que hay amor, traición, guerra, exilio y ternura. Todo plasmado con un estilo visual casi cinematográfico que presta gran fuerza a un relato ya de por sí impactante.