Antonio Manzini (Roma, 1967) se considera discípulo del maestro de la literatura policiaca italiana, Andrea Camilleri, del que fue incluso alumno en la Accademia Nazionale d’Arte Dramatica.
Manzini ha creado también un original y sólido protagonista para su serie de novelas policiacas, el subjefe Rocco Schiavone, romano destinado en Aosta. Como Montalbano, es un hombre honesto, aunque con sus vicios privados –fuma habitualmente porros–; posee un gran sentido de la justicia, pero emplea sus propios métodos, es decir, que en sus actuaciones policiales bordea lo ilegal y en muchas ocasiones sobrepasa el límite. Es una persona de buen corazón, con mucha empatía y que sabe tratar a la gente. En su biografía arrastra un terrible suceso familiar, lo que le ha hecho desconfiado, irónico y mordaz. Viste con un traje de pana, zapatos Clarks y un loden azul. A todas partes le acompaña un cachorro de una raza muy rara a la que llama Loba. Rocco es un personaje bien construido, convincente y que cae bien al lector.
A su lado están los miembros de la comisaría de Aosta, el juez y el jefe superior: todos ellos personajes secundarios que tienen un medido peso en la trama y en la creación del ambiente italiano en el que transcurren las novelas.
En Sol de mayo, la cuarta novela de la serie de Rocco que se publica en España (las otras son Pista negra, La costilla de Adán y Una primavera de perros), se juntan dos casos distintos: el personal, ya que Rocco se enfrenta a un criminal que ha querido matarle y se ha confundido de víctima; y una trama de corrupción y de venganza, que es el caso oficial que debe resolver.
La trama policiaca doble está bien montada y el desarrollo de la solución final bien secuenciado, sin saltos y sin demasiadas casualidades. Otra buena novela de Manzini, que se suma al elenco de autores especializados en la novela policiaca.