Obra teatral compuesta por la creadora del personaje y dos expertos dramaturgos. El libro empieza cuando el segundo hijo de Harry Potter y Ginny Weasley, Albus, de diez años, va a estudiar a Hogwarts y, ya desde el principio, se hace amigo de Scorpio, hijo de Draco Malfoy, el gran rival de Harry en sus años escolares. Según pasan los años, el enfrentamiento entre Albus y su padre aumenta: Harry, tan listo, no entiende a su hijo y su hijo está harto de su padre. De nuevo hay una amenaza de que Voldemort regrese y los chavales actúan por su cuenta deseando arreglar el mundo.
Si no juzgamos el libro como pieza teatral sino ateniéndonos a su argumento y al texto, lo primero que hay que decir es que sus destinatarios naturales son aquellos que ya conozcan bien la serie completa de las novelas. No sólo es que vuelvan muchos personajes de distintos libros, sino que también hay referencias a cosas ocurridas en el pasado que son imprescindibles para entender lo que pasa, que además pasa muy rápido. Además, Harry Potter vuelve a recordar su infancia y el momento en el que Voldemort asesinó a sus padres, pero él escapó con vida. Los diálogos son vivos, la trama está bien armada y los personajes, aunque se comportan más o menos como uno esperaría, tienen escasa solidez.
Entre los entusiastas de Harry y de la serie, la obra no ha provocado entusiasmo ni mucho menos. Por un lado, algunos comportamientos adultos de los héroes del pasado son muy torpes y no faltan quienes han señalado sus inconsistencias en relación a los datos ya sabidos. Por otro, son varios los viajes adelante y atrás en el tiempo y, como consecuencia, se abren realidades alternativas en las que los personajes tienen papeles o comportamientos distintos: para muchos todo resulta confuso. A esto se añade que, a veces, unos se transforman en otros, lo que resulta claro en un libro teatral, pues los diálogos están encabezados por el nombre de quien habla, pero no lo es a la hora de comprender el mundo de sentimientos de los héroes.
El libro defiende la amistad como un gran valor y, al estar centrado en las relaciones entre padres e hijos, abunda en diálogos y consideraciones de tipo educativo y, si se quiere, un poco de autoayuda: “No es nada fácil convivir con personas que siguen atrapadas en el pasado”, o “no podemos proteger a los jóvenes de todo daño. Es inevitable que conozcan el dolor”, o “la perfección está fuera del alcance de la humanidad, fuera del alcance de la magia”… En general están bien pero también las hay absurdas por su artificiosidad. Con todo, entre los que disfrutaron con las novelas previas habrá muchos que también lo harán con este libro.