No fue hasta la segunda mitad del siglo XIX cuando se conformó una tradición filosófica norteamericana propia. Sin embargo, a pesar de su lozanía y de la poca atención que se presta al trascendentalismo y a la obra de los primeros pragmatistas, no puede negarse su peso social y político. Su influencia se percibe tanto en el estilo académico del intelectual radical y comprometido como en el valor que la cultura norteamericana concede a la originalidad y al genio. El liberalismo norteamericano y sus luchas sociales, también las de hoy, tienen su fuente en esas corrientes de pensamiento.
El club de los metafísicos no sirve para ahondar en ese pluralismo filosófico que, todavía en sus comienzos, cataliza el pensamiento continental, pero explica…
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