Una novela más de la norteamericana Donna Leon (Nueva Jersey, 1942), residente en Venecia desde 1981, que también vuelve a estar protagonizada por el comisario Brunetti.
Brunetti, por pura educación, se ve en la obligación de reabrir un caso ocurrido hace quince años, en el que la nieta de una íntima amiga de su suegra sufrió unas lesiones muy graves e irrecuperables. Todo parece estar perdido, incluidos los expedientes de la policía, y tampoco se puede localizar a las personas que vivieron aquellos momentos. Por otro lado, la víctima ha quedado con un retraso mental muy considerable y poco puede aportar a la investigación. Sin embargo, el tesón y el azar logran dar alas al caso.
Todavía sobra algo de ironía al juzgar a Italia y los italianos. Pero prácticamente han desaparecido los desmesurados ataques al sur de Italia y a la Iglesia católica, habituales en otras muchas obras de esta autora.
Estamos ante una novela pausada, casi lenta, pero agradable, muy humana y delicada. Quizá la trama es poco consistente, pero Donna Leon le saca el máximo partido a la historia y a los ya familiares personajes de sus novelas.