Apenas existen testimonios directos de la vida de los campos de concentración soviéticos. La censura –de imágenes y epistolar– fue muy severa, y las cartas que se han conservado y publicado de algunos famosos presos –como las del sacerdote y científico Pável Florenski– eluden los detalles y las circunstancias concretas de la vida cotidiana en los campos.
Posteriormente se ha podido reconstruir aquel planificado sistema carcelario gracias a los testimonios de los supervivientes, entre los que destacan los de Varlam Shalámov, Evguenia Ginzburg y Aleksandr Solzhenitsyn.
Por eso es una excepción que merece destacarse el testimonio que rescata el historiador inglés Orlando Figes, autor de una serie de estudios relacionados con la historia recien…
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