Guibrando Viñol, un joven simpático, imaginativo y abierto es “el lector del tren de las 6.27”. Está empleado en una factoría de reciclaje de papel, con un trabajo que se limita a aceptar como un gris medio de subsistencia. Durante sus horas de aburrida dedicación, Guibrando suele recuperar alguna página suelta de la máquina depredadora de papel, para leerla en voz alta en el vagón del tren de cercanías que utiliza a diario. Es huérfano, vive solo, aunque un poco acompañado por un pez rojo al que llama Rouget de Lisle y no rechaza amistades, ni conversaciones con nadie.
Un día, Guibrando encuentra un pen drive perdido en el asiento que suele ocupar en el tren y ese dispositivo electrónico es el diario de una joven empleada del cuidado de los servicios de unos grandes almacenes parisinos, a la que se siente movido a buscar y a soñar con ella.
El cuento se convierte en una comedia romántica con “cenicienta” y “príncipe azul”. Pero no es un cuento mágico: lo que le sucede al protagonista es puro realismo, costumbrista, humorístico, con algo de ironía, ilusiones, sentido común, mucha imaginación y un par de picardías eróticas que no pasan de lo anecdótico.
Una novela de aire fresco, bien artículada, para pasar el rato y ver la vida con cierto optimismo. Su autor es Jean-Paul Didierlaurent (1962), un escritor francés que estudió publicidad en Nancy y trabajó en París. Con algunos de sus relatos ha obtenido en dos ocasiones el prestigioso Premio Hemingway, en 2010 y 2012. Esta es su primera novela.