Continuación de Diario de una dama de provincias, libro concebido como el diario de una ama de casa de la clase alta a inicios de la década de los treinta en Inglaterra. En esta nueva entrega, la protagonista ha conseguido un pequeño éxito literario que le ha permitido alquilar un apartamento en Londres para seguir alimentando su agitada vida social.
Los temas son parecidos a la anterior entrega: con un tono leve y ligero, con un estilo directo y deliberadamente superficial, la autora habla de las frías y rutinarias relaciones con su marido, sus constantes problemas con la economía familiar, las tirantes relaciones con la institutriz y la cocinera, los estudios de sus hijos, las vecinas y las apariencias. En definitiva, Delafield retrata con mucha ironía su monótona e insustancial vida, a pesar de que ella se empeña en transformar los nimios reveses cotidianos y sociales en sonoras tragedias mayúsculas. En este deliberado contraste reside el refrescante humor de la autora, quien también acierta a condensar los limitados ingredientes sociológicos del mundo de la protagonista.
El libro se publicó en 1932, dos años después de Diario de una dama de provincias. Como el anterior, también se publicó primero por entregas de forma seriada en una columna que la autora, la popular E. M. Delafield (1890-1943), mantuvo durante diez años en la revista Time and Tide, luego recogidas en cuatro libros.