Solemos tener una imagen distorsionada de los judíos ultraortodoxos, que se reduce a menudo a algo puramente visual: largos abrigos negros, sombreros típicos y tirabuzones alambicados. Pero más allá de esa imagen, hay un mundo desconocido y sorprendente. Las hijas de Zalman descubre desde dentro la realidad de las comunidades jasídicas en el mundo occidental.
La novela comienza en la Europa del Este, entre Hungría y Rumanía, donde existen comunidades de jasidines que han de enfrentarse a las persecuciones nazis. Zalman Stern, líder de la comunidad jasídica satmer, está casado con Hannah; tienen una hija, Atara. También se unirá a la familia la niña Mila, salvada gracias a la intervención de otro niño judío, Josef, testigo del asesinato de su familia a manos de un “guardia de hierro” rumano. Con el paso de los años, las familias arreglan el matrimonio entre Josef y Mila.
Un momento clave en la novela es cuando Atara contraviene el sábado con Mila, montando en bicicleta en los jardines de Luxemburgo, ya que la familia se ha traslado a París huyendo de los nazis. Zalman, al enterarse, actúa con una dureza extrema por haberse roto lo más sagrado de la tradición judía y la reacción de Atara es de rechazo total a esas tradiciones que ya lleva tiempo cuestionando. Este incidente es el punto final de un proceso que les lleva a replantearse la verdad de las interpretaciones rabínicas.
La parte más interesante de la novela es la vida de Mila, quien se enfrenta a una situación moral personal difícil de soportar y de la que no sabe cómo salir.
La novela es sorprendente; atrapa al lector y le sumerge en el mundo donde viven estos judíos, aislados voluntariamente del exterior, porque fuera está para ellos el mal. Para un extraño a estas tradiciones, lo que se muestra es un mundo opresivo, lleno de múltiples mandatos, de prohibiciones, con una visión negativa de muchas cosas sencillamente buenas. Pero en ese mundo, estos personajes viven orgullosos de su situación, esperando un Mesías que habrá de venir mientras expían constantemente sus pecados. Los sentimientos de los variados personajes, delicadamente expuestos, están bien trazados.
Si desconocíamos esta realidad, aquí tenemos una descripción de primera mano, ya que Anouk Markovits, la autora, se ha criado con los judíos ultraortodoxos.