La riqueza de la personalidad de Karol Wojtyla, puesta de manifiesto muy especialmente en los años del pontificado de san Juan Pablo II, podría haber eclipsado una faceta que de hecho impregna toda su persona, como es su dedicación filosófica, tanto en el plano docente como en la investigación. Es lo que resalta J.M. Burgos en este enjundioso libro, de fluida exposición.
Se trata de un pensamiento dinámico, forjado desde su Tesis en teología sobre La fe en San Juan de la Cruz y que fue madurando a partir de las Lecciones de Ética en la Universidad de Lublin hasta sus propuestas más originales en Persona y acción (1969) y posteriores desarrollos, como los que dieron pie a sus audiencias generales sobre la Teología del cuerpo entre 1979 y 1984.
El libro se detiene en los distintos hitos del autor, examinando monográficamente las obras Amor y responsabilidad (1960) y la citada Persona y acción, en las que partiendo de una sólida formación tomista va integrando sucesivamente los decubrimientos modernos ligados a la subjetividad, tales como el yo, la conciencia de sí o la autodeterminación.
Burgos hace hincapié en la nueva perspectiva personalista, desde la que remodela tanto lo adquirido de la filosofía realista del ser como el método fenomenológico, que particularmente había estudiado en su Tesis de Habilitación en Filosofía sobre Max Scheler y la ética cristiana (1954). De la fenomenología toma el método de fidelidad esencial a la experiencia, pero acentuando de ella en particular sus vertientes antropológica y ética. Coherentes con esta línea de pensamiento son sus intervenciones en el Concilio Vaticano II en la Constitución pastoral Gaudium et spes, en que da expresión a la experiencia humana integral del hombre de hoy, con sus gozos y esperanzas, tristezas y angustias, que la Iglesia hace suyos.
El libro hace un elenco también de las diversas interpretaciones que se han dado del pensamiento de Wojtyla, tanto desde la óptica tomista (A. Lobato, G. Reale, M. Rumayor…) como desde la fenomenología realista (M.T Timyniecka o Kapriec), optando por entenderlo como una síntesis original de ambas en la que prevalece la Antropología de la persona (en proximidad a otros estudiosos, como R. Butiglione). Así lo confirma en el capítulo dedicado a la metodología, en la que aparecen los dos momentos de la inducción como extracción de significados, en un sentido próximo al aristotélico, y la reducción, en su tarea clarificadora y exploradora, con resonancias fenomenológicas. Si hubiera que resumir en una fórmula lo encontrado por Wojtyla en su prolija indagación filosófica, se diría que es la transcendencia de la persona en la acción, de la que extrae múltiples implicaciones.