Una versión de esta reseña se publicó en el servicio impreso 43/14
Escuchar la frase “solución final” remite a realidades tristes: campos de concentración, cámaras de gas, desarraigo, muerte… Y si es un alto funcionario gubernamental sudanés quien vuelve a utilizarla, para referirse al plan que tiene entre manos para acabar con el “problema” de la región de Darfur, su interlocutor no puede menos que estremecerse.
Le sucedió al médico británico Muresh Kapila, quien llegó a Sudán en 2003 como representante de la ONU, para colaborar en el proceso de paz entre el gobierno —árabe y musulmán— y las fuerzas rebeldes de John Garang, que se habían hecho fuertes en el sur del país, hogar de millones de sudaneses de piel negra y religión cristiana. M…
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