Un aura rodea todavía a la figura de Trotsky, como si hubiera sido un revolucionario auténtico y no hubiese caído en la tentación personalista del poder, a la manera de Stalin. Esta fama de hombre intachable en lo doctrinario explica que durante la segunda mitad del siglo XX, ser trotskista fuera la forma política más extendida de esnobismo, en especial en Estados Unidos. Y muchos intelectuales –entre ellos Rorty, por ejemplo- sucumbieron a esa moda. Hoy día sigue vigente la Internacional auspiciada por este personaje clave en la Revolución de Octubre, y el trotskismo está situándose estratégicamente dentro del movimiento anticapitalista.
Además de todo ello, hay una razón más para leer este breve repaso por la vida de tal vez el mayor revo…
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