En 1994, cuando Álvaro del Portillo estaba a cumplir sus bodas de oro sacerdotales, un equipo del entonces Ateneo de la Santa Cruz, del que era Gran Canciller, preparó como homenaje una recopilación de textos diversos, que habían ido apareciendo en sedes dispersas a lo largo de una dilatada vida intelectual. Los compiladores le dieron el expresivo título Rendere amabile la verità (“hacer amable la verdad”), frase que acertaba a sintetizar su vida y su personalidad.
Ciertamente, como expresa el título de esta primera extensa biografía del primer prelado del Opus Dei, fue por encima de todo “un hombre fiel”. Con su cordialidad y sosiego hacía amable la lealtad a la Iglesia y a las enseñanzas del hoy san Josemaría Escrivá de Balaguer. Lo describe bien el autor, con abundantes documentos y testimonios, a la vez que realza la sencillez humana y cristiana de don Álvaro.
Su figura no deja de crecer con el paso de los años, especialmente desde el punto de vista de su excepcional servicio a la Iglesia. Pasó inadvertido en su momento, por una evidente humildad, que excluía el protagonismo o el afán de aparecer. Pero, como apunta Javier Medina, fueron muy importantes sus aportaciones a la teología del sacerdocio y a la configuración doctrinal y jurídica del estatuto de laicos y fieles. Relata con detalle los sucesivos nombramientos que don Álvaro fue recibiendo y su amplio trabajo en los tiempos del Concilio Vaticano II, antes como presidente de la Comisión Antepreparatoria de laicis –nombrado por Juan XXIII–, luego como secretario de la comisión sobre la Disciplina del Clero y del Pueblo Cristiano. Al mismo tiempo, en 1963, fue nombrado, también por Juan XXIII, Consultor de la Comisión para la Revisión del Código de Derecho Canónico.
A partir de su esfuerzo intelectual, verían la luz algún tiempo después dos obras capitales: Fieles y laicos en la Iglesia, de 1969, y Escritos sobre el sacerdocio, de 1970. Muy probablemente, las pistas que ofrece Javier Medina, junto con las publicadas ya por el cardenal Julián Herranz, en su libro de memorias En las afueras de Jericó, permitirán abordar trabajos monográficos que profundicen en esos aspectos cruciales de la Iglesia contemporánea.
Hasta ahora habían aparecido textos interesantes, pero menores, sobre Álvaro del Portillo. Así el libro de Hugo de Azevedo, Misión cumplida (Palabra, 2012), con aportaciones personales de gran interés, también desde la perspectiva portuguesa del autor. Por mi parte, en Recuerdo de Álvaro del Portillo (Rialp, 1996), prevalecía el carácter de crónica, construida a partir de vivencias y escenas de las que fui testigo presencial. Algo semejante sucede con la más breve y sentida semblanza personal (Eunsa, 2012), que llegaba a las librerías casi a la vez que la noticia de que el Papa Benedicto XVI había aprobado el decreto de la Congregación para las Causas de los Santos que declaraba la heroicidad de las virtudes del venerable Álvaro del Portillo.
Pero el libro de Javier Medina es ya una auténtica biografía, fruto de años de paciente investigación. Basta fijarse en el aparato crítico y en el extenso anexo documental. Lógicamente, no ha podido consultar aún las actas del proceso de canonización, cuya fase cognicional acaba de cerrarse. Pero sí ha tenido en cuenta los testimonios de infinidad de personas, que los redactaron para el proceso. Entre tantos, tienen un valor excepcional los documentos de Mons. Javier Echevarría y Mons. Joaquín Alonso.
A pesar de esa exhaustiva documentación histórica, Javier Medina escribe con estilo sencillo, nada especializado: facilitará aún más el conocimiento universal de la vida heroica y sencilla del venerable Álvaro del Portillo, un hombre que tenía y daba paz.