Necesitamos imágenes de quiénes somos para poder hacer un alto y pensarnos, y mejorar. En nuestra sociedad multi-, post-, fast-, inter-, trans-, –share, en-tiempo-real, on-line… la instantaneidad y la fragmentación entorpecen la presencia de esas imágenes comprensivas y sintéticas que ayuden a la tarea de la identidad, especialmente entre los jóvenes. María Rosa Espot y Jaime Nubiola proporcionan una de estas imágenes en Aprender a divertirse: un panorama de la diversión de los chicos y chicas de ahora mismo, que cuenta con un enfoque riguroso y divulgativo, los padres como destinatarios directos y un tono decididamente optimista.
El título puede confundir, pues parecería buscar a los propios jóvenes, aunque tampoco hay que descartar la lectura provechosa que podrían hacer de estas páginas. Precisamente, la natural inquietud que experimentan por la identidad puede hallar en este libro/imagen una ayuda inteligible y razonable. Pero, efectivamente, el libro se dirige a los padres, primeros educadores, como se repite explícita e implícitamente a lo largo de esta obra (parece como si los autores apostaran por el cambio de la ambigua y peligrosa expresión “padres y educadores” por “padres y demás educadores”).
Es la ausencia de los padres en el mundo del ocio de sus hijos lo que aquí se aborda. Los autores, con notable orden expositivo y sentido pedagógico, parten de la caracterización y distinción de los términos clave –diversión, ocio, ociosidad, aburrimiento, tiempo libre–, y concluyen con unas recomendaciones finales –claras y sensatas- para los progenitores. En medio proporcionan una información esencial sobre cómo se divierten hoy los jóvenes, el nuevo modelo de alcohólico, la alternativa de las drogas, los modelos sexuales de los jóvenes, la amistad como valor primordial y las nuevas tecnologías en el ocio juvenil. Los distintos capítulos cuentan con datos actuales referentes a conductas y opiniones de los jóvenes sobre sí mismos y sobre el papel de sus progenitores, que Espot y Nubiola interpretan apuntando a carencias, ilusiones y posibilidades.
Que nadie espere un recetario: los autores han tenido la delicadeza y la sabiduría de proporcionar un conocimiento veraz; sugerir actitudes desde una perspectiva respetuosa con la dignidad personal; y estimular la decidida implicación –inteligente y cordial, valiente y optimista- de los padres en la novedad generacional de la diversión de los jóvenes de hoy. Desde esta imagen de conjunto, los padres podrán dirigirse a libros más específicos dentro de este fenómeno que pone decisivamente en juego, como apuntan los autores, la felicidad de los hijos y de las familias.