La editorial Alba nos presenta una exquisita edición del clásico de Fiódor Dostoievski Humillados y ofendidos, la primera novela larga de su autor, en la que el maestro ruso fijó los cimientos de su posterior obra narrativa.
Dostoievski adopta el punto de vista de Ivan Petrovich, un escritor inteligente y culto que conoce la turbulencia de las pasiones humanas, lo que le permite empatizar con todos los personajes y convertirse así en una especie de confesor de sus miserias y grandezas. Ivan (Vania) debe renunciar al amor de Natalia Nicolaievna (Natasha) a favor de su rival, el príncipe Aliosha, que, no obstante, rompe su palabra y se compromete con la adinerada mujer que ha elegido su padre, el malvado príncipe Valkovski, un ejemplo de villanía cuyas acciones mueve solo el interés.
Tales idilios y desencuentros van dejando a su paso un reguero de humillaciones y ofensas que nos mueven a la compasión: Natasha, por ejemplo, abandona el hogar paterno para fugarse con el príncipe Aliosha, y los padres de esta, ultrajados al principio, acaban bendiciendo y perdonando de todo corazón a su hija.
Dostoievski, sabido es, exagera deliberadamente las abruptas reacciones sentimentales de los personajes, pero, en sus manos, las de un maestro de la psicología humana, ese vicio se transforma en virtud, al igual que sucedía con los folletines de Dickens.
Otra de las líneas argumentales de la novela sigue los pasos de Nellie, una huérfana a la que la vida no ha tratado bien y que, por una serie de circunstancias, se traslada a vivir con Vania. A la postre, este personaje, que va evolucionando desde la hostilidad a la candidez más extrema, se convertirá en el catalizador para que el rencor y las ofensas se difuminen y vuelva a reinar la armonía.
Ciento cincuenta años después de su publicación, Humillados y ofendidos, que vio la luz por entregas en la revista Tiempo, sigue ofreciendo múltiples interpretaciones y lecturas a los estudiosos, lo que confirma su vigencia. Como novela de héroes (Aliosha, un trasunto de El idiota) y villanos (Valkovski), ensalza la compasión y el amor a la humanidad, aun a riesgo de que el Quijote de turno reciba una respuesta tibia o un agravio. Frente al egoísmo y la soberbia, Dostoievski apela a la altura de miras y la generosidad. Y, ante el racionalismo exacerbado, que dominaba la escena rusa del momento, la receta pasa por una dosis –justa… o un punto pasada de rosca– de sentimentalismo y valores tradicionales.
A la postre, todos los temas de Humillados y ofendidos parecen resumirse en una verdad universal: las humillaciones a las que estamos sometidos se superan con sacrificio y perdón. Como dice Valkovski acerca de su hijo, el príncipe Aliosha, “ha sacudido y despertado las más nobles capacidades del corazón humano, en particular la capacidad de perdonar y de responder con magnanimidad ante el daño sufrido”.