El escritor Carlos Pujol es fiel a algunos temas, planteamientos y ambientes. Como en Antes del invierno, en El teatro de la guerra y en La lección del fantasma (una de sus Dos historias romanas), entre otras obras, Los fugitivos se desarrolla durante la Segunda Guerra Mundial. En este caso, en Roma y en Madrid a lo largo de unos pocos días del verano de 1943, cuando cae Mussolini, mientras un capitán español, que tiene parientes en Roma, ha sido enviado a una delicada operación de espionaje para sacar de la ciudad eterna a un importante súbdito inglés, cuyo nombre callo porque es uno de los guiños más sorprendentes y originales del relato.
Una trama bien estructurada, con una buena descripción de las tensiones con que se vive en la ciudad, con un calor sofocante, y con unos personajes bastante estrafalarios con los que el lector termina por encariñarse, porque reflejan la complejidad humana con sus virtudes, sus defectos y su capacidad tanto para lo noble como para lo ridículo. Para redondear la parodia, se añade una secundaria trama amorosa.
Los fugitivos es una divertida caricatura del espionaje, la diplomacia, el poder… y sobre arraigados tópicos acerca de los españoles, los italianos y los ingleses, a través de unos diálogos irónicos, inteligentes, sutiles y de la descripción de las calles y plazas de Roma, que es también protagonista de la historia. Además, se van desvelando al hilo de la acción las diferencias entre apariencia y realidad. Es también un homenaje al cine y un reconocimiento de su influencia en la literatura actual.
Como siempre, la prosa de Carlos Pujol es precisa, elegante, cuidada; y su humor, un modo original de distanciarse para analizar la realidad, y sobre todo al hombre, e intentar poner las cosas en su sitio.