“Me propongo en estas páginas mostrar las raíces que explican la alegría de ser cristiano, porque estoy convencido de que puede aportar algo de luz a la vida de quien no encuentra horizontes muy esperanzados”, escribe en el prólogo Emilio Chuvieco, catedrático de Geografía en la Universidad de Alcalá y autor también de ¡Piénsatelo!, un ensayo apologético sobre el cristianismo con el que este nuevo libro guarda mucha relación. En ¡Piénsatelo! ofrecía el autor una explicación convincente de la fe católica sin esquivar las controversias y con un estilo ameno y cercano a los lectores contemporáneos, lo que se notaba especialmente en los ejemplos y anécdotas a los que recurría el autor y que procedían muchos de ellos de su experiencia personal, sobre todo de conversaciones con amigos y colegas. Al igual que en el libro anterior, en ¡Entusiásmate! tampoco rehúye el debate sobre asuntos más o menos espinosos que han salpicado al cristianismo, demagógicamente, en los últimos años.
En ¡Entusiásmate! se mantiene el tono, el estilo y las intenciones, quizás los aciertos de estos libros, pues el autor explica la doctrina católica partiendo de su propia vida y con unos argumentos asequibles a la gran mayoría de los lectores.
El autor parte de la idea de que el cristianismo es el mejor camino para alcanzar la alegría y la felicidad, contra los que buscan desesperadamente el sentido de la existencia en “valores que duran muy poco, en placeres materiales, en dinero, en poder, en fama, en el bullicio del mundo”. Además, propone redescubrir los valores cristianos a una sociedad que tiene sed de espiritualidad, pero que rechaza el cristianismo y recurre a fenómenos esotéricos y religiones exóticas, que proporcionan un vago espiritualismo que muchas veces forma parte de una moda sociológica más que una auténtica preocupación existencial. Y descubrir el cristianismo supone aceptar que “no es un esquema mental (una ideología), ni un conjunto de recetas doctrinales, sino un encuentro personal con Jesucristo”. A profundizar en estas ideas dedica el libro, que aborda cuestiones esenciales del cristianismo, explicadas con naturalidad: la necesidad de la oración, el valor de la alegría, el sentido cristiano de la fraternidad y la solidaridad, el redescubrimiento del matrimonio, el dolor y el sufrimiento, la positiva actitud del cristiano ante el mundo…
El autor huye de la crítica sistemática de aquellas cuestiones negativas que se han implantado en la sociedad y que en ocasiones van en contra del propio cristianismo; piensa el autor que más que criticar sólo lo negativo hay también que valorar “los muchos elementos positivos de nuestra civilización”.
La vivencia cristiana es radical, y afecta a todos los órdenes de la existencia. El autor no oculta algunas críticas hacia la actitud de los cristianos durante siglos. Por ejemplo, “el cristianismo ha subrayado, tal vez excesivamente, la dimensión escatológica de la existencia”, actitud que ha derivado en un desinterés por las realidades temporales que, como lógica consecuencia, se han ido apartando de los valores cristianos. Opina el autor que si se quiere construir un mundo más humano y cristiano, también los cristianos deben estar presentes en aquellos lugares que configuran la sociedad, como el mundo de la cultura, la política, la ciencia, la comunicación. “Y si ahí no estamos los cristianos -concluye el autor-, no podemos esperar que se alumbre una sociedad cristiana”.
Como ¡Piénsatelo!, el libro está escrito “para quienes la fe es una referencia firme, como para los que tienen una imagen un tanto diluida, o quizá olvidada en el baúl de la adolescencia, de la figura de Jesucristo, del meollo de la fe, de sus consecuencias prácticas”.