El título muestra claramente el contenido: el autor escribe una supuesta conversación en El Escorial entre Velázquez y Rubens. Supuesta en el sentido de que pudo haber tenido lugar, pues Rubens viajó a España en 1628 y desde 1623 Velázquez fue pintor del rey Felipe IV y envió el dibujo de don Gaspar de Guzmán para que Rubens preparara su grabado. En su epílogo, Miralles explica brevemente su investigación sobre la cual imagina una jugosa conversación entre los dos pintores que, en su opinión, no pudieron dejar de tener en los siete meses en que pintaron en el mismo taller o talleres contiguos.
Imaginar no equivale a inventar, afirma Santiago Miralles. Todos los datos, sucesos, u opiniones que intercambian Velázquez y Rubens en su conversación son ciertos o verosímiles. Miralles se ha documentado para escribir un libro que deleita por lo inteligente de la conversación, por los datos históricos y de la personalidad de ambos pintores. Miralles ha trabajado como investigador y ha escrito como novelista. Por eso este libro no es una novela. Tampoco es ensayo. ¿Importa mucho que no podamos encajarlo en un determinado género si el libro tiene cualidades que le hacen interesante, agradable y de gran calidad?
Su autor ha elegido una conversación para desarrollar el contenido que deseaba: no ha inventado una acción, ni trama, ni paisaje. Pero la acción interna o psicológica de los personajes es intensa. Las acciones de las que hablan hacen que la conversación sea animada e inteligente, llena de matices, de ironía, de críticas y consejos que intercambian los pintores.
Las láminas a color y en blanco y negro ayudan a reconocer fácilmente las obras que los pintores describen, y en el epílogo el autor expone tanto la información que ha manejado como la que no tenía y ha recreado con verosimilitud y datos históricos. Miralles Huete ha ganado varios premios literarios con obras de temática diversa. Es diplomático y actualmente vive en La Haya.