Si hay un hecho interesante de la Roma antigua, después de la caída de la república y más que la época imperial, ese es el enfrentamiento con Cartago. En la segunda guerra púnica Roma conoce al peor enemigo que tuvo hasta ese momento, Aníbal. El cartaginés es un gigante, parco, duro, auténtico líder, genial. Posteguillo lo retrata muy bien, al igual que a Publio Cornelio Escipión, protagonista de la trilogía. Buen guerrero, buen político, sensible, amante del teatro. Al final del primer tomo, con 24 años, ya es general y ha conquistado de forma espectacular Carthago Nova en Hispania.
En Las legiones malditas, la historia llega hasta Zama, primera derrota de Aníbal. Escipión fue sin duda un hombre superior. Ve donde otros no ven y esa fue la base de su imperio sobre los demás. Posteguillo mejora el tratamiento psicológico de los personajes, algo esquemático en el primer volumen, y ahora se nos muestra humano y real, con dudas, miedos, estallidos de cólera, detalles de vanidad, todas cosas pequeñas al lado de su grandeza pero expresivas de un héroe humano. Aníbal está a su altura y es muy interesante la relación que se establece entre ellos, más allá de la oposición militar. La descripción de la épica batalla de Zama es extraordinaria.
El final de esta estupenda trilogía resulta agridulce. Hay pocos elementos nuevos y entristece la trayectoria final de los dos generales. Escipión sucumbe a las envidias políticas a pesar de la extraordinaria victoria de Magnesia. Aníbal es traicionado a su vez por los suyos y va de corte en corte en Oriente buscando ejércitos que mandar.
La calidad de la trilogía es regular, aunque destaca el segundo volumen. Hay muchos momentos emocionantes, narrados con contención y sin sentimentalismos. También hay sobriedad en los innumerables actos de guerra. Se entienden muy bien las maniobras. Conseguido igualmente el tratamiento de los aspectos humanos, ambientales, los discursos, la trama política, la militar. La permisividad romana en asuntos morales queda reflejada en algunos comportamientos y en breves escenas sensuales.
Es inevitable la comparación con los siete libros de McCullough sobre la caída de la república, auténtica cima de la novela histórica romana, pero estos no están muy atrás. McCullough es más total, ambiciosa y gigantesca. Posteguillo se centra en solo dos personajes y en un único conflicto bélico, la segunda guerra púnica. Hay un toque de política y un opositor interno a Escipión, y un toque sentimental (la familia del propio Escipión, la relación de Lelio con su esclava, la amistad entre ellos mismos, etc.), y luego una ambientación meticulosa.
Con todo, el estreno de Posteguillo (profesor de literatura en la Universidad de Castellón) como narrador ha sido de primer nivel. Se ha centrado en un material magnífico que estaba ahí, pero ha tenido el mérito de tratarlo con hondura y calidad, con respeto por la historia, retratando una época gloriosa de Roma pero sin olvidar los elementos más oscuros que adornan todo lo que tocan los hombres.