Hay novelas que sólo son imaginables en Inglaterra y quizás también en alguna aldea de Francia. Reflejan un mundo ordenado, diminuto, con sus jerarquías centenarias y una elegancia modelada por la vida rural y los hechizos de un imperio en retirada. Fitzgerald, señala A.S. Byatt, fue la más privilegiada heredera de Jane Austen y uno cree que, en efecto, tiene razón.
Antes la habíamos leído en La flor azul (Mondadori, 1998), una delicada biografía novelada sobre el gran poeta romántico alemán, Novalis, y también en su premiada obra A la deriva (también Mondadori, 2000), por la que obtuvo el cotizado Booker en 1979. La librería, sin embargo, resulta su libro más encantador; una novela que gira en torno al amor a la literatura.
Florence Gree…
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