¿Quién no se ha fijado en la cubierta de los libros de la serie Molly Moon, con sus hologramas hipnotizantes en distintos colores y el dibujo de un curioso perro con gafas de sol? La serie escrita por Georgia Byng nos presenta a Molly Moon, una niña huérfana que vive en un asilo junto a otros niños. Un día (siguiendo un malvado plan que se desvela en la segunda entrega) descubre junto a su amigo Rocky el hipnotismo y ambos comienzan a practicar con sus recién adquiridos poderes. Gracias a ellos consigue bastantes recursos económicos que utilizará en beneficio del orfanato donde vive y de los niños que lo comparten con ella.
Pero los conocimientos de hipnotismo no le pertenecen sólo a ella: también son usados por otros para hacer el mal. Molly descubre los planes malvados y junto a sus amigos tendrá que desbaratarlos. El hilo argumental de los libros está muy trabajado, las situaciones se resuelven de forma sorprendente, manteniendo la expectación del lector hasta el final del libro.
Sin duda uno de los aspectos más positivos que la autora refleja en la protagonista es la búsqueda del bien ajeno, sea quien sea. La generosidad de Molly se aprecia en la preocupación por todos los que la rodean, en la entrega de su tiempo y de su dinero para ayudar a otros. No adopta una actitud de pasividad ante el mal, lo cual supondría hacerse cómplice, sino que pone los medios a su alcance para evitarlo. La autora aprovecha el relato para poner de manifiesto la finalidad comercial de la televisión, la banalidad de la fama, de las riquezas. A través de Molly sabe poner el acento en el lado positivo de la vida -a pesar de sus altos y bajos-, en la gente buena, en la belleza de las cosas, todo lo cual compensa aquello que no nos resulta tan agradable.
Es una pena que todo esto quede un poco deslucido por la concepción new age que tiñe algunos pasajes (Molly Moon detiene el mundo). Claramente especifica que las religiones “enfrentan a las personas” y que lo mejor es “tratar del mejor modo posible al prójimo y a los animales” (que se sitúan a la altura de las personas en cuanto a dignidad se refiere) Asimismo se presenta el yoga como la mejor manera de tranquilizar el interior de uno mismo, dejando de lado cualquier pensamiento en un ser superior (el hombre consigo mismo se basta, no necesita de nadie más).
A pesar de estos matices (más perceptibles por los adultos que por los niños), los libros resultan muy entretenidos para los lectores de 10 a 12 años a quienes están destinados, y tienen el gancho necesario para que vayan adquiriendo el hábito de la lectura.