La vida tiene sentido desde la lucha. La lucha inventa una la ilusión. La ilusión crea la esperanza. La esperanza aviva la acción. La acción es la forma práctica de la vida. He aquí el hilo conductor de esta nueva novela de John Berger.
La ilustración de la portada presenta dos sombras sobre un trozo de papel: la de una mujer ante una ventana por la que entra una firme claridad, y la de un hombre recortado en la penumbra. A’ida y Xavier son dos jóvenes insurgentes. Xavier ha sido condenado a cadena perpetua. El libro es un diálogo entre ambos construido a partir de las cartas que A’ida le escribe a él y las notas, reflexivas, que Xavier intercala entre carta y carta. “Tú, en tu cárcel, no puedes cubrir distancias, salvo las mínimas que repites cada día. Pero piensas, y con tu pensamiento atraviesas el mundo. Yo puedo ir a donde quiera, cubrir distancias es una parte de mi vida. Tu pensamiento y mis viajes son casi la misma cosa”.
Ella, farmacéutica, le va contando, metiendo, en su vida cotidiana: pequeños sucesos de cada día, recuerdos, lecturas, pensamientos… que, al escribirlos en papel, dejan de ser un acontecimiento pasado y yerto. Él, en sus notas, recoge breves flashes (ideas, anécdotas, cuentos, citas…: denuncias) que reflejan su ambición política y la idea que posee sobre el hombre y la sociedad. Cartas y anotaciones componen un cuerpo documental dividido en tres fajos, encabezado cada uno de ellos por un epígrafe significativo: la vida entendida como relato, la esperanza y uno final titulado “País de origen”. La novela es la transcripción de estos papeles, encontrados en la celda de Xavier.
Berger, pintor, novelista y articulista, es un comprometido con el hombre, a través de la lucha política. Aunque hijo de un converso al cristianismo, de quien aprende una moral que emerge en sus escritos, él se declara marxista. Una breve frase en una entrevista a EPS resume su posición existencial: “Al contrario de lo que me ocurre con muchos políticos actuales, a quienes me resulta imposible respetar, yo respeto a los soldados, porque ellos son conscientes de las consecuencias de lo que hacen”. Xavier es consecuente con sus ideas políticas, lo que le condena a dos cadenas perpetuas. A’ida es consecuente con su amor a Xavier, y no abandona a su novio en unas circunstancias en que el amor consumado (conquistado) es poco menos que imposible: no pueden verse porque ella tiene prohibidas las visitas a la prisión por su condición de ex-activista revolucionaria y, sin embargo, aspira a casarse con él. Ambos son dos soldados que libran sus propias batallas.
De A para X es un libro optimista y vitalista. Con la excusa de escribir una historia de un amor que se retroalimenta en una situación tan difícil, Berger describe el paralelismo que existe entre amor (relación entre dos personas) y política (relación entre persona y sociedad). El autor británico cree en el hombre, especialmente cuando éste vive situaciones difíciles. Para Berger la renuncia al compromiso que cada ser humano posee con otro hombre y con la sociedad es la renuncia del hombre a ser hombre. El hombre renuncia a ser él cuando olvida; y olvida cuando no reflexiona. Así, en una de las cartas de A’ida, se recoge lo siguiente: “con la edad los hombres se olvidan más de las cosas (…). No hay como la cárcel para desarrollar y mantener la memoria”.Un activista político encarcelado y una mujer enamorada separada forzosa y fatalmente de su amado son dos buenos paradigmas del espíritu combativo, vital, del ser humano.
Hay lirismo y poesía en el relato, pero queda excluido el romanticismo de pastaflora y la denuncia política trivial.