Desde hace algunos años se viene prestando atención a la rica personalidad de Edith Stein. Ha podido tener parte en ello su elevación a los altares en 1998. No solo se han publicado sus obras completas, en alemán y también en castellano, sino que además han empezado a aparecer estudios monográficos centrados en una u otra de las facetas de su rica personalidad.
Este libro de MacIntyre, conocido filósofo, se fija en los años que van desde su llegada a Gotinga, atraída por el magisterio de Husserl, hasta 1922, en que tuvo lugar su bautismo en la Iglesia católica. Stein se sumó al notable grupo de jóvenes estudiantes y de profesores que encontraron en las Investigaciones Lógicas de Husserl su primera fuente de inspiración y el revulsivo tanto frente a la filosofía neokantiana como al positivismo reinante a comienzos del siglo XX. Quizá el aspecto más sobresaliente de esta biografía parcial sea el haber puesto en relación su inicial pensamiento filosófico con las circunstancias personales, familiares, culturales y políticas que por aquel entonces vivió.
En este sentido, MacIntyre subraya la imnportancia que tiene la experiencia biográfica para comprender el pensamiento de Stein. Por poner algunos significativos ejemplos, en el tratamiento de la empatía, que fue tema de su tesis doctoral dirigida por Husserl, se advierte la experiencia adquirida en el trato con el dolor ajeno cuando trabajó de enfermera al comienzo de la Gran Guerra; allí pudo comprobar la fiabilidad o no de los relatos de los enfermos sobre su estado y advirtió también cómo el conocimiento de sí mismo está abierto a su ampliación y eventual corrección por el conocimiento que el otro gana de mí.
Otro es el caso de la vocación comunitaria de la persona, también experimentado por ella en la comunidad científica formada en torno a la Universidad de Gotinga. O su tratado sobre la naturaleza de la comunidad política, escrito en la etapa de transición que culmina en la República de Weimar.
El episodio decisivo fue, sin embargo, su conversión religiosa. MacIntyre destaca cómo no supuso una ruptura con su obra precedente ni con su entorno cultural y humano, sino más bien una luz nueva que le abrió perspectivas inéditas en su vida y su pensamiento y centró lo que hasta entonces le había venido ocupando de modo absorbente. Aunque la decisión tuvo una fecha, se había venido preparando providencialmente por sucesos vividos por ella como el descubrimiento de la fenomenología, las conversiones de sus amigos Scheler y sobre todo el matrimonio Reinach, la amistad con Hedwig Conrad-Martius, los servicios prestados como enfermera, la visita a una iglesia católica…
Su posterior encuentro con el tomismo continuaría llevando la huella inconfundible de la joven Edith, cuyas investigaciones se habrían de revelar fecundas en su posterior investigación sobre la persona. El libro de MacIntyre no trata estos últimos temas, pero constituye una buena introducción a su pensamiento.