Renato De Fusco, historiador y ensayista italiano, establece las características, las convergencias y diferencias de las artes para mostrar cómo se mira una obra y cuál es el placer artístico que suscita. De Fusco indaga sobre la naturaleza del placer, mostrando los componentes de “experiencia” y “expectativa” que exigimos al arte.
La conformación, entendida como la composición o construcción de un todo, y la representación, como la objetividad formal a la que alude, se aprecian en todas las artes. Las diferencias se hallan en el predominio de una característica sobre otra. El gusto, sin embargo, relativo y mutable, es considerado una convención. Las normas, antes límites difíciles de superar, son rechazadas ahora por las vanguardias.
¿Por qué se produce una crisis del placer artístico? De Fusco responde con acierto: “se han afirmado muchos códigos especializados”. Frente al código múltiple del pasado, con varias capas de conocimiento susceptible de ser comprendido por un mayor número de personas, se han adoptado códigos individuales y especializados con una clave de lectura accesible sólo a unos pocos. Distingue las ocurrencias, ideas o experimentaciones características del arte contemporáneo, entre las que producen placer (collages, arte pop, dripping, happening…) o las que provocan desagrado (body art, performance…).
En los capítulos “Comprender la Pintura”, “… la Escultura”, “… la Arquitectura” y “… el Diseño”, presenta las aspectos distintivos de cada disciplina para descubrir el placer que proporcionan. Describe con lenguaje accesible los materiales, soporte y evolución de la pintura y la escultura, señalando la relación de dependencia con la arquitectura que tuvieron hasta finales del siglo XIX. Si hasta entonces el placer que ofrecía la pintura al observador consistía en su valor representativo, con la irrupción de las vanguardias la “descodificación” del mensaje exige una mayor preparación para comprender el contenido.
La posibilidad que ofrece la escultura contemporánea de interactuar, de realizar un esfuerzo cognoscitivo, es para el autor una “operación placentera”. Saber ver la belleza de la arquitectura implica interpretar los elementos (espacio, perspectiva, vacío, ritmo, orden…) para descubrir su cualidad deleitable y el arte de habitar. En este análisis apreciamos la constante dialéctica entre el placer imprescindible para la creatividad, y una actitud creativa respecto a la vida indispensable para que encontremos algún placer.