Leo es un lagarto que está en plena crisis después de cumplir 75 años. En este tiempo ha contemplado la realidad desde una jaula de cristal en la misma clase, y con la compañía de una tortuga. Pero esa rutina cambia radicalmente con una nueva profesora que decide que Leo pase un día entero en casa de cada uno de los alumnos.
El cómico Adam Sandler (Garra, Mas allá de los sueños) patrocina esta nueva producción de animación de Netflix, probablemente la más imaginativa desde Los Mitchell contra las máquinas. El protagonista está muy logrado tanto en su gestualidad como en su desarrollo dramático, que hacen que el resto de personajes crezcan con él, con inesperadas confidencias que definen una sociedad con exceso de tecnología y sobreprotección. En este sentido, resulta sensacional el personaje del dron que atosiga a los chicos con todo tipo de atenciones para evitar cualquier peligro de infección o molestia.
La película tiene un ritmo extraordinario sin necesidad de tener esa dinámica hiperactiva e irreflexiva que suele caracterizar a buena parte de la animación actual. El recurso de las canciones es muy acertado y necesario para mostrar la interioridad de los personajes de una manera ágil y divertida. También hay espacio en la película para reflexionar sobre cómo aprovechar el paso del tiempo en cada una de las fases de la vida, la importancia de saber escuchar para comprender y educar, y la necesidad de tener una familia y amigos de verdad que nos ayuden a conocernos mejor y valorar los aspectos más esenciales de nuestra rutina.