¿Dónde reside el núcleo de la felicidad de la mujer y qué le ocurre a esta Europa envejecida llena de féminas agotadas de perseguir su autorrealización personal? Plantearse esta cuestión y responderla al margen de la ortodoxia feminista de izquierdas le valió a Eva Herman una persecución que acabó con su despido como locutora del informativo más popular de la radiotelevisión pública alemana tras 18 años de veteranía.
El libro -un gran éxito de ventas en Alemania- ha despertado fobias entre las feministas a ultranza y filias entre muchas mujeres deseosas de ejercer sin presiones políticas ni mediáticas su derecho a quedarse en casa o ir a trabajar (cfr. Aceprensa 19/07). En sus páginas la autora desvela las claves que permiten “convertir el desconcierto en energía para actuar y decidir nuestro destino de manera consciente”.
Pero, ¿qué le ocurrió a esta periodista de rutilante carrera profesional para poner patas arriba los postulados feministas de los años sesenta y setenta de los que ella misma se había alimentado? Alcanzar el ecuador de su vida, cosechar tres divorcios y tener un hijo.
Desde su experiencia de maternidad, Eva Herman bucea en los datos científicos, antropológicos y sociológicos según los cuales la capacidad de ser madre es núcleo constitutivo del ser mujer y no una esclavitud superable. Y concluye: “Parece absurdo, pero es innegable: las mujeres hemos olvidado que somos mujeres. Desde muchos puntos de vista, hemos perdido nuestra feminidad, aquello que podía conformarnos”.
Más adelante pone el dedo en la llaga: “La sociedad es incapaz de llamar la atención sobre esta realidad, porque no encaja con el discurso con el que las feministas, en su mayoría solteras, pretendían convencernos hace algunos decenios: todo es planificable, nos decían, y, para realizarnos, debemos superar ese vínculo con un marido y un hijo. Digámoslo con toda tranquilidad: nosotras mismas nos cargamos el peso de esas contradicciones a las espaldas, nosotras mismas nos convertimos en el juguete de los ofrecimientos seductores y las promesas de una carrera profesional. Al emprender la batalla por nosotras mismas, por nuestra independencia… y la batalla contra los hombres, pasamos por el aro que nos pusieron delante de las narices en vez de detenernos y plantearnos las auténticas preguntas vitales”.
La alarmante reducción de la natalidad en Europa y en Alemania, la crianza despersonalizada de los niños y su relación con el incremento de la violencia juvenil, la llamada del reloj biológico, las alteraciones hormonales y sus consecuencias fruto de la adopción de roles masculinos, los efectos en la pareja de la separación entre sexualidad y reproducción, y la relación entre guerra de sexos y fracaso matrimonial son algunas de las cuestiones que Eva Herman pone sobre el tapete de la responsabilidad social de las propias mujeres.
“Se trata de avanzar” -asegura a las desconfiadas desde su óptica esperanzada-. “Si logramos recordar cuál es nuestro auténtico punto fuerte, podremos cambiar el mundo. ¿Grandes palabras? Quizá. Pero resulta que son las mujeres quienes pueden forjar una convivencia más humana gracias a su inteligencia social y emocional”.
Y una llamada de atención a las “peleadoras”, sin acritudes: “Dejad que las mujeres vuelvan a encontrar su propio ca-mino y guardaos de tildarlas de bobas que viven sometidas a los hombres. Dejad que elijan libremente, porque entre las distintas opciones también está la de tener marido e hijos”.